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MEMBRIO: Tengo ganas de morir en el más negro rincón. ¡Qué dices,...

Tengo ganas de morir en el más negro rincón. ¡Qué dices, Encarnación! Ayer, paseaba yo, peripatético, por un pueblo de la Mancha. De esas veces que uno pasea absorto y compungido; o más bien, ausente y preso de la melancolía. De pronto, sonó el teléfono- los teléfonos tienen la buena costumbre de sonar; y, a veces, de joderte la siesta- Al otro lado del hilo una voz más bien grave, conocida y hermana. ¡Paco, hermano! ¿Cómo estás? –Me dijo aquella serena voz - Bien, ¡Qué alegría! ¿Qué es de tu vida? ¿Dónde andas? –pregunté-. Me dijo: es que estoy muy cerca de Membrío, he olido a Membrío y para mí era imposible no acordarme de ti en estos momentos. ¡Cómo pasar por Membrío y no acordarme de mi amigo Paco! Siento por aquí tu espíritu vagar. ¿Cómo estás del corazón? –Pues, como siempre, querido amigo, a tiempo parcial- Cuídate, no seas sátrapa, y a ver cuando te dejas caer por Cáceres para empaparnos de espíritu y, de paso, también de pan y vino. Era mi buen amigo Francisco Neila. Me senté en un sitio donde pasaba el aire, llamé al de la bata y le pedí una jarrita bien fría; le dije que si tenía acitunas vírgenes, y me dijo que no era hora de sexo. Visto lo cual, mandé a la porra a la hipocondriaca situación, me tomé unas cuantas y canté por lo bajini una de Carbonerillo. Para que veáis como cambia el estado de ánimo. Saludos. PC