Efectivamente, amigo mío, los presocráticos nos llegan a través de fragmentos de autores posteriores (En algún diálogo de Platón se habla de ellos) Aunque el de Elea, parece ser que se empeñó en defender a su maestro llevándole la contraria a todo quisqui, no es menos cierto que nos volvió tarumbas con aquello de “El de los pies ligeros”, dando vueltas al estadio sin alcanzar a la tortuga. Que, en aquellos tiempos, se llamaría aporía, hoy paradoja, y cuando D. Isaac N. cualquier cosa. Creo que los de la escolástica también dirían lo de los Teólogos. Haciendo autocrítica, te diría que, alrededor del fuego, yo sería el sofista; por tanto, callaría e intentaría aprender. Un saludo. PC