Las fotos que aparecen en este apartado de la exposición fotográfica de s. Roque 2009 son todas en blanco y negro como correspondía a la época y recoge personas del primer tercio del siglo XX hasta finales de los sesenta en que aparece ya la fotografía en color y el uso de la misma más al alcance de todos. En algunas de ellas aparecen elementos del vestuario que eran prestados por los mismos fotógrafos como sombreros planchados o vestidos de volantes con el consabido mural de paisaje andaluz de fondo. Se aprecia también la evolución en la forma de vestir tanto femenina como masculina pasando por el pañuelo al hombro con saya y mandil festivos, los calcetines cortos blancos en nuestras muchachas ya espigaditas o las chaquetillas y boinas o sobreros planchados de nuestros jóvenes. A todo ello hay que añadir el ambiente que se vivía en el camino desde cada pueblo hasta Ahigal, que era entonces el centro comercial y ferial y festivo más asequible... Los viajes eran en burros, mulos o caballos formando como una romería en línea con los comentarios y accesorios propios como la merienda en las alforjas donde luego venían las compras. El problema llegaba cuando había que ir a comer al ferial y tener que localizar el puesto, pues aquello era una marabunta de bestias atadas a los olivos y alforjas colgadas de los mismos animado con un polvazal y calor... Para suavizar un poco se solian comprar sandías o melones para el postre echando las cáscaras a nuestros "medios de transporte" que lo agradecían especialmente. Los hombres se dedicaban al trato del ganado (me resultaba complicadísimo el hecho de que no los perdieran por la cantidad y las mezclas que había y no digamos el peligro si lo que había que atravesar era la zona de las vacas...) siempre animado por la presencia de los gitanos con su varilla de olivo capaces hasta de resucitar a un burro muerto el año pasado... Visitas obligadas para mujeres, jóvenes o niños eran la plaza y calles próximas atestadas de gentes, y las compras en los comercios como casa de Enrique, los Muchachos, la Muñeca, Vicenta, la Farmacia... y los puestos ambulantes (entonces muy pocos) limitados a cosas de lata, cerámica o frutas y verduras. Ya para los jóvenes la visita era al salón con baile desde antes de comer y a inmortalizar la fiesta posando para la tradicional fotogrtafía que te daban casi en el acto viendo al fotógrafo cómo la sacaba con unas pinzas de un cubito con agua colgado de la máquina, aquellas de patas y con una manga negra en la que el fotógrafo escondía hasta la cabeza... El regreso se iniciaba pronto, pues rara vez oscurecía en el camino. Como a la ida volvían las carabanas y las anécdotas y hasta se contaban algunos timos calés, que no eran infrecuentes. Una jornada festiva y bullanguera, cita casi obligada y que muchas veces hice a lomos de nuestra jaca blanca detrás de mi padre. Qué recuerdos...!