Los cañameranos que peinamos alguna cana recordamos con cariño este histórico lugar. Marco incomparable, buena
comida (el ya mencionado picadillo de tomate era de fantasía), buena
musica (las cintas de Marifé de Triana aún resuenan en el
valle), buen ambiente y si había poca gente, al final del
verano, buena conversación. Pues Benito a pesar de su aspecto callado era buen conversador.
Sirva esta nota como cariñoso
homenaje.
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