Cucha mocita, tu que eres presidente del único jardín con rosales que hay en todo el almendral, tu que sin querer oíste tantas promesas susurradas hasta que entró en oblicuo y doblada y, después, si te he visto ni me acuerdo, ¿no tienes la sensación que, a los cárnicos de ahora mismo le están murmurando igual?, ¿que los olímpicos dioses les regalan el oído con promesas mil que nunca se cumplirán?, ¿que cuando pase el día hache y la hora de, aquí paz y después gloria pues, hallarán la vereda para ... (ver texto completo)