De siempre he oído decir a mis mayores y a los que no eran míos, que uno de los defectos que más daño nos hace a los españolitos seamos de a píe o de alta alcurnia y de baja cama, es la envidia. La envidia es un sentimiento que nos corroe por dentro como si fuera ácido sulfúrico hasta despojarnos totalmente de
otros más humanos. ¡Cuántos crímenes horrendo se han cometido a lo largo de los siglos, cuya única motivación era una envidia crónica enquistada en el subconsciente profundo del asesino! Es ... (ver texto completo)
otros más humanos. ¡Cuántos crímenes horrendo se han cometido a lo largo de los siglos, cuya única motivación era una envidia crónica enquistada en el subconsciente profundo del asesino! Es ... (ver texto completo)
Obvio parece ¿verdad?, pero no, la creencia más extendida es que todas las opiniones deben ser respetadas, pero no es verdad, todas las opiniones no son respetables ni deben ser respetadas.
Por ejemplo, no es respetable la opinión de quienes justifican la esclavitud ni en sentido amplio ni restringido. Ni el machismo, ni la xenofobia. Quizás en su día estas opiniones mereciesen el aplauso de sus contemporáneos. Es más, era la norma, la ley, tanto divina como humana pues, desde la alta posición del santón de turno y de las sillas reinantes más poderosas, ya se decía que las mujeres eran inferiores a los hombres y que los negros o los indios no tenían alma y que, por eso, los seres superiores, blancos por supuesto, tenían no sólo derecho sino la obligación de hacerles producir para ellos, como si de un mulo o una vaca se tratara.
Hay gente todavía, mucha por desgracia, que persiguen con ahínco este ideal: que las mujeres sean para ellas simples objetos de placer además de mulas de carga o animales de compañía y que, los demás seres humanos fuera de su círculo, esfera o escala social, no sean otra cosa que fallidos experimentos de la creación, útiles únicamente en tanto en cuanto se pueda obtener de ellos alguna rentabilidad. Por desgracia para los creyentes cristianos y mahometanos, mucha de esta clase de individualidades, dicen de sí mismos que son seguidores de las enseñanzas del profeta, sea éste natural de Palestina o de la hoy Arabia aunque, se dan en todas partes, desde América del Sur y del Norte hasta las gélidas tierras europeas y chinas. En todas partes tenemos iluminados de estos.
A veces se nos presentan muy educados y corteses, haciendo ostentación notoria de una esmerada cultura y, otras, de la manera más rudimentaria, grosera, obscena y chabacana, como es el caso del escrito que hoy podemos leer en esto foro, colgado por uno de estos apóstoles iluminados de a saber qué credo, en el que se afirma con total desfachatez e impunidad, que D. Santiago José Carrillo Solares, fue en vida una rata inmunda y que merece estar mil veces bien muerto, lamentándose el autor del escrito, de no haber podido ser él el que le diera matarile siendo él uno de los que formaran el pelotón que lo fusilara o, al menos el verdugo ejecutor a garrote vil.
Y como vemos y es costumbre en este engendro humano lo habrá colgado ya o lo hará en todos los demás foros de España. Y nadie dice nada, nadie. Nadie se percata o quiere ver la bajeza moral que se encierra en esos renglones que, estoy seguro, esta alimaña humana no ha pergeñado, sino otra o en equipo otras, de las que cada día hacen apología del terror en todos nuestros medios de comunicación social.
Salud. ... (ver texto completo)
Por ejemplo, no es respetable la opinión de quienes justifican la esclavitud ni en sentido amplio ni restringido. Ni el machismo, ni la xenofobia. Quizás en su día estas opiniones mereciesen el aplauso de sus contemporáneos. Es más, era la norma, la ley, tanto divina como humana pues, desde la alta posición del santón de turno y de las sillas reinantes más poderosas, ya se decía que las mujeres eran inferiores a los hombres y que los negros o los indios no tenían alma y que, por eso, los seres superiores, blancos por supuesto, tenían no sólo derecho sino la obligación de hacerles producir para ellos, como si de un mulo o una vaca se tratara.
Hay gente todavía, mucha por desgracia, que persiguen con ahínco este ideal: que las mujeres sean para ellas simples objetos de placer además de mulas de carga o animales de compañía y que, los demás seres humanos fuera de su círculo, esfera o escala social, no sean otra cosa que fallidos experimentos de la creación, útiles únicamente en tanto en cuanto se pueda obtener de ellos alguna rentabilidad. Por desgracia para los creyentes cristianos y mahometanos, mucha de esta clase de individualidades, dicen de sí mismos que son seguidores de las enseñanzas del profeta, sea éste natural de Palestina o de la hoy Arabia aunque, se dan en todas partes, desde América del Sur y del Norte hasta las gélidas tierras europeas y chinas. En todas partes tenemos iluminados de estos.
A veces se nos presentan muy educados y corteses, haciendo ostentación notoria de una esmerada cultura y, otras, de la manera más rudimentaria, grosera, obscena y chabacana, como es el caso del escrito que hoy podemos leer en esto foro, colgado por uno de estos apóstoles iluminados de a saber qué credo, en el que se afirma con total desfachatez e impunidad, que D. Santiago José Carrillo Solares, fue en vida una rata inmunda y que merece estar mil veces bien muerto, lamentándose el autor del escrito, de no haber podido ser él el que le diera matarile siendo él uno de los que formaran el pelotón que lo fusilara o, al menos el verdugo ejecutor a garrote vil.
Y como vemos y es costumbre en este engendro humano lo habrá colgado ya o lo hará en todos los demás foros de España. Y nadie dice nada, nadie. Nadie se percata o quiere ver la bajeza moral que se encierra en esos renglones que, estoy seguro, esta alimaña humana no ha pergeñado, sino otra o en equipo otras, de las que cada día hacen apología del terror en todos nuestros medios de comunicación social.
Salud. ... (ver texto completo)