Hablar de árboles siempre me trae a la memoria los versos de poetas arraigados y comprometidos con la tierra. Imágenes hermosas y evocaciones llenas de sentido. Toda una filosofía de la vida. Ese machadiano
"olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo,
algunas hojas verdes le han salido"
O entre "robles de torcido ramaje, pinos que son mar y cielo, hayas de viejas leyendas, chopos de la primavera... encinares"
" ¿Qué tienes tú, negra encina
campesina,
con tus ramas sin color,
en el campo sin verdor;
con su tronco ceniciento
sin esbeltez ni altiveza,
con tu vigor sin tormento,
y tu humildad que es firmeza?
.......
El campo mismo se hizo
árbol en ti, parda encina".
Debajo de cada árbol hay una historia y un sentimiento. O muchos. La historia puede conocerse y saberse, los sentimientos hay que arrancarlos y florecer en cada uno de nosotros. Y eso que denominamos "amor a la naturaleza" no es otra cosa que ponernos, en actitud serena y esperanzada, bajo las ramas de "La Terrona" o "La Nieta", encinas cercanas a nuestro habitual camino de Cáceres a Don Benito y a las que mi hija Claudia, machaconamente (¡papá, vamos a verlas!), tiene tanta veneración.
"olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo,
algunas hojas verdes le han salido"
O entre "robles de torcido ramaje, pinos que son mar y cielo, hayas de viejas leyendas, chopos de la primavera... encinares"
" ¿Qué tienes tú, negra encina
campesina,
con tus ramas sin color,
en el campo sin verdor;
con su tronco ceniciento
sin esbeltez ni altiveza,
con tu vigor sin tormento,
y tu humildad que es firmeza?
.......
El campo mismo se hizo
árbol en ti, parda encina".
Debajo de cada árbol hay una historia y un sentimiento. O muchos. La historia puede conocerse y saberse, los sentimientos hay que arrancarlos y florecer en cada uno de nosotros. Y eso que denominamos "amor a la naturaleza" no es otra cosa que ponernos, en actitud serena y esperanzada, bajo las ramas de "La Terrona" o "La Nieta", encinas cercanas a nuestro habitual camino de Cáceres a Don Benito y a las que mi hija Claudia, machaconamente (¡papá, vamos a verlas!), tiene tanta veneración.
