Milord informa.
El tiempo en Orellana la Vieja se ha corregido algo pero no del todo, porque si hoy salió un sol rutilante y acariciador, un vientecillo frio procedente de Galicia le empañaba un poco, asi que como el tiempo no apremia, continúa la recogida de aceitunas de una manera lenta y sosegada. La cosecha no es mala; hay abundancia de fruto, y el fruto está bien sazonado, por lo que se espera que produzca buen rendimiento de aceite. ¡Dios lo quiera!, porque los olivareros suelen ser entre los agricultores, de los que más se quejan por pérdidas en el negocio.
Sigo con el cuento A. T. E. D.
Los niños cruzaban como una exalación, presintiéndome detrás, temiendo que en cualquier momento les envolviera en mi macabra sombra; ¡cómo me gustaba pasear mi silueta aterradora por los rincones de la casa, dibujándome sobre las bóvedas, arrastrarme por las bodegas entre las tinajas del aceite y las orzas de aceitunas, gatear entre las ristras de ajos y los melones colgados!. Y en las cuadrillas, difuminarme entre los serones y las aguaeras, y retorcerme entre las leñeras y los gallineros; ¡Que bien asustaba yo!... ¡Pero hijo, con tanta electricidad...! Que si lamparitas po aquí, que si fluorescente por allá, que un farolito, que un aplique, ¡chico, que no hay manera! ¿Como asusto yo ahora?. (continuara) desde nuestro pueblo, Víctor Sanz.
El tiempo en Orellana la Vieja se ha corregido algo pero no del todo, porque si hoy salió un sol rutilante y acariciador, un vientecillo frio procedente de Galicia le empañaba un poco, asi que como el tiempo no apremia, continúa la recogida de aceitunas de una manera lenta y sosegada. La cosecha no es mala; hay abundancia de fruto, y el fruto está bien sazonado, por lo que se espera que produzca buen rendimiento de aceite. ¡Dios lo quiera!, porque los olivareros suelen ser entre los agricultores, de los que más se quejan por pérdidas en el negocio.
Sigo con el cuento A. T. E. D.
Los niños cruzaban como una exalación, presintiéndome detrás, temiendo que en cualquier momento les envolviera en mi macabra sombra; ¡cómo me gustaba pasear mi silueta aterradora por los rincones de la casa, dibujándome sobre las bóvedas, arrastrarme por las bodegas entre las tinajas del aceite y las orzas de aceitunas, gatear entre las ristras de ajos y los melones colgados!. Y en las cuadrillas, difuminarme entre los serones y las aguaeras, y retorcerme entre las leñeras y los gallineros; ¡Que bien asustaba yo!... ¡Pero hijo, con tanta electricidad...! Que si lamparitas po aquí, que si fluorescente por allá, que un farolito, que un aplique, ¡chico, que no hay manera! ¿Como asusto yo ahora?. (continuara) desde nuestro pueblo, Víctor Sanz.