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ORELLANA LA VIEJA: Buenos dias Victo una crónica bastante buena la que...

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Crónica Orellanense 2ª de febrero 2012.

Febrero se va, y las heladas quedan. Siguen siendo tan abundantes y se manifiestan tan descaradamente como en el pasado; los hielos crudos continúan dando a nuestros campos poéticos y blanquecino aspecto; pero el sol luce como ascua de oro, solo que el ascua de ahora da menos calor. Ya que de cuando en cuando los hielos tienden su blanco manto por los tejados haciéndonos admirar su inmaculada belleza. Por eso llevamos con tanta resignación las terribles heladas, porque por lo menos no nos privan de ver el sol, que según habíamos quedado constituye nuestra única alegría.
El caso es que a consecuencia de los malos vientos que han surcado estos días, a la tierra se le ha secado “la capa” cosa que a nuestros labradores no les gusta un pelo y están pidiendo en sus cortas oraciones, que se moje, para que la sementera viva y se desarrolle al abrigo de la capa de humedad, que por lo visto abriga más que cuando esta enjuta aunque parezca mentira.
¡Carnaval, carnaval! Nuestra adorable juventud se divirtió en gran manera, el sábado por la tarde pudo vérselos en un remolque trastorero a rebosar de ambos sexos que lucían extraños disfraces que llamaron la atención de los orellanenses. Es una lástima que el “Nobel” ese, el que instituyó premios que la Academia de Suecia distribuye equitativamente entre las naciones, no se acordara de favorecer con uno de ellos el difícil y delicado arte del disfraz porque a buen seguro que Orellana se le llevaría.
El festival de murgas y comparsas comenzó después de la una de la tarde con lo cual la mañana se hizo larga y aburrida por la espera dando lugar a la inquietud de los asistentes que dicho sea de paso llenaba la totalidad de la plaza de España (la comisión de festejo tenía que haber acordado con el párroco el traslado de la misa a otra hora diferente a la de las doce treinta, es mi parecer que por una vez al año no pasaría nada grave, digo yo).
La primera de las murgas: Adolescentes brujeriles o algo así, jóvenes mocitas con música de guitarras y muy buenas canciones aunque un poco desafinadas con la música del guitarreo, sería por los nervios, un final maravilloso explotando cartuchos que lanzaron al aire cientos de pequeños confetis de brillantes colores.
La segunda: Unos mozuelos vestidos (de no se qué), con botas amarillas y media capa del mismo color, con enmarañadas pelucas de chillones colores cubrían sus cabezas y un traje blanco no muy favorable pues desde lejos semejaban llevar puesto pañales de bebé.
La tercera: Nuestras veteranas mujeres en estos eventos carnavaleros, hicieron su entrada envueltas en capas negras quizás para dar una sorpresa a los allí asistentes, una vez quitadas se vestían con un traje plateado corrientito, corrientito que las hacía parecerse a las sardinas del Atlántico Norte. Buena entonación en sus bellas canciones y muy acertadas, no así en sus atuendo ya que las sobraban dos kilos largos de maquillaje más parecido al chapurreo blanco y negro que usan ciertas tribus indígenas del centro de África que a un favorecedor maquillaje de carnaval. Estolas del mismo color que las pelucas y poco más.
La cuarta: los mozos, dieron una demostración de nuestras tropas legionarias buena entrada y buenas canciones y muy bien uniformados como mandan los cánones militares corneta y tambores incluidos que el abanderado aprovechaba sus sonidos para que la bandera Española ondeara permanentemente. (Lástima que la cabra que pensaron llevar no quiso salir) así que de cuernos nada.
El domingo estuvo todo el día muy bueno y a la precisa hora anunciada de media tarde la gente de buen humor se echó a la calle en un larguísimo desfile ralentizado por unos tamborileros vestidos de Pierrot que por su lentitud se parecían más a pingüinos esquimales que a un pasacalle de carnaval. Los demás participantes con un disfraz cualquiera, no muy costoso ni muy artístico, pero lo suficiente para hacer feliz al que lo llevaba. Además de los componentes de las cuatro murgas, podían verse, brujas, diablos, preciosas niñas vestidas de aladas mariposas, la cuadrilla en pleno de Robin de los bosques, y un sin fin interminable de inauditos disfraces destacando por su elegancia el senado Romano al completo con sus largas túnicas y sus rojas togas con doradas cenefas.
¡Adios, adios carnaval! Que si tú te marchas pues otro vendrá. Volverá, no lo dudéis y no se me inquieten, que nadie se aflija que también vuelven las flores y también las golondrinas.

Nuestro entorno otrora tan verde y bello se ve ahora de un color gris que en nada se parece al verdor de primavera, allá a lo lejos en las cañadas de los alomados cerros de la Serena puede verse unas finas y zigzagueantes líneas verdosa restos de serpenteantes arroyuelos que a duras penas intentan mantener algún frescor en sus estrechas orillas.

Desde Orellana la Víeja. Víctor Sanz.

Buenos dias Victo una crónica bastante buena la que dejas de los carnavales, ahora toca aguantar las frias heladas que son típicas de nuestra tierra y esperar a que el campo se llene de verdes, margaritas y colores para dar paso a la primavera con ese olor a romero, poleo y demás hierbas arómaticas que despues serán usadas para las fiestas de Semana Santa, engalanardo nuestra plaza real y danto olor a tomillo y poeleo fresco ese olor tan típico de nuestra tierra en las fechas de Semana Santa.
Gracias Victor por tu maravillosa crónica, siento pena y nostalgia de no estar en nuestro pueblo disfrutando de todo esto que dices y añoro.


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