Hace un rato en la tele vacía.
En primer plano, el busto parlante, que era una señora o señorita de muy buen ver. Detrás de ella, en el centro del cuadro, La Cibeles, en la esquina superior derecha, Capitania y, en la superior izquierda, el Banco, al fondo, en medio del plano, la calle de Alcalá. Supongo que a la espalda del cámara, estará la Puerta de Alcalá, como siempre, viendo pasar el tiempo. Mírala, mírala, ahí está.
Quizá fuese una idea que me sugirió el busto parlante con su cháchara, pero es el caso que vi a la personificación de la fértil tierra, una diosa de las cavernas y las montañas, murallas y fortalezas, de la naturaleza y de los animales, a la que incluso los leones se le subordinan y tiran de su carro y también, la flamígera espada y don dinero al lado. Ambos juntos, también como siempre.
Enseguida el gobernador del Banco, diciendo que habrá que salvar a más cajas de ahorros y otras entes inyectándole dineros procedentes del erario público, o sea, del que el Estado recauda de los que pagan, de los que cotizan, de los que siempre han llevado sobre sus espaldas el peso de todo el entramado, en todas partes, ahora y antes. Los esclavos, los asalariados, la plebe, la mano de obra. O sea, de todos aquellos que no pueden eludir sus obligaciones porque están, han estado, tienen, cogidos por los pendientes, so pena de horribles sufrimientos y anatemas. Alabada seas tú diosa coronada de castillos, tú que estas flanqueada de tan altas deidades.
Me Al Meridi y con razón, que así fue siempre; no lo dudo, menos viniendo de ti el aserto
pero, no es justo. Nos han hecho creer a fuerza de repetición, que el liberalismo económico era la panacea que salvaría al mundo de su decadencia, del hambre, de la sed y de la moral miserable e hipócrita y no, cada vez es más evidente que no. Que siempre se salvan los mismos. Los que nunca dan nada para sostener el sistema, los que siempre lo esquilman. Los que dicen lo que hay que hacer en función de sus intereses personales o gremiales y, llegado el momento dicen que yo no fui, yéndose con el oro, la pasta y el oropel, para empezar de nuevo las socaliñas.
Así estamos, en esas están ahora; arramblando con todo lo que pueden y más mientras doran la píldora al personal y los distraen con banalidades y juegos de malabares. ¿Ven? Pues ya no ven nada. Había pero ya no hay. ¿Culpables? No hay, ha habido un fallo en el sistema y lo vamos a recomponer. Naturalmente que todos tienen que hacer un esfuerzo, apretarse el cinturón, dar algo más. Se han vaciado las arcas y se tienen que rellenar, por si acaso me falta el día de mañana, aquí o en otro lugar.
Una pesetica de cada español y arreglado mi problema, La Lola de España dijo. Eso nos dicen ahora aquellos que no han escatimado nunca un euro, porque como no era suyo......
Vivan los tauros, los merengones, los culés y los de la catedral, que nosotros dos votaremos por la paella, por el vino y las féminas y en Córdoba la Sultana, vamos a mercar un sombrero de ala anch
En primer plano, el busto parlante, que era una señora o señorita de muy buen ver. Detrás de ella, en el centro del cuadro, La Cibeles, en la esquina superior derecha, Capitania y, en la superior izquierda, el Banco, al fondo, en medio del plano, la calle de Alcalá. Supongo que a la espalda del cámara, estará la Puerta de Alcalá, como siempre, viendo pasar el tiempo. Mírala, mírala, ahí está.
Quizá fuese una idea que me sugirió el busto parlante con su cháchara, pero es el caso que vi a la personificación de la fértil tierra, una diosa de las cavernas y las montañas, murallas y fortalezas, de la naturaleza y de los animales, a la que incluso los leones se le subordinan y tiran de su carro y también, la flamígera espada y don dinero al lado. Ambos juntos, también como siempre.
Enseguida el gobernador del Banco, diciendo que habrá que salvar a más cajas de ahorros y otras entes inyectándole dineros procedentes del erario público, o sea, del que el Estado recauda de los que pagan, de los que cotizan, de los que siempre han llevado sobre sus espaldas el peso de todo el entramado, en todas partes, ahora y antes. Los esclavos, los asalariados, la plebe, la mano de obra. O sea, de todos aquellos que no pueden eludir sus obligaciones porque están, han estado, tienen, cogidos por los pendientes, so pena de horribles sufrimientos y anatemas. Alabada seas tú diosa coronada de castillos, tú que estas flanqueada de tan altas deidades.
Me Al Meridi y con razón, que así fue siempre; no lo dudo, menos viniendo de ti el aserto
pero, no es justo. Nos han hecho creer a fuerza de repetición, que el liberalismo económico era la panacea que salvaría al mundo de su decadencia, del hambre, de la sed y de la moral miserable e hipócrita y no, cada vez es más evidente que no. Que siempre se salvan los mismos. Los que nunca dan nada para sostener el sistema, los que siempre lo esquilman. Los que dicen lo que hay que hacer en función de sus intereses personales o gremiales y, llegado el momento dicen que yo no fui, yéndose con el oro, la pasta y el oropel, para empezar de nuevo las socaliñas.
Así estamos, en esas están ahora; arramblando con todo lo que pueden y más mientras doran la píldora al personal y los distraen con banalidades y juegos de malabares. ¿Ven? Pues ya no ven nada. Había pero ya no hay. ¿Culpables? No hay, ha habido un fallo en el sistema y lo vamos a recomponer. Naturalmente que todos tienen que hacer un esfuerzo, apretarse el cinturón, dar algo más. Se han vaciado las arcas y se tienen que rellenar, por si acaso me falta el día de mañana, aquí o en otro lugar.
Una pesetica de cada español y arreglado mi problema, La Lola de España dijo. Eso nos dicen ahora aquellos que no han escatimado nunca un euro, porque como no era suyo......
Vivan los tauros, los merengones, los culés y los de la catedral, que nosotros dos votaremos por la paella, por el vino y las féminas y en Córdoba la Sultana, vamos a mercar un sombrero de ala anch