Grande, más grande que un queso grande
está la luna mirando por entre los girones
abiertos entre los negros nubarrones
que oscurecen los altos cielos
de la ancha Extremadura.
Los viejos buitres de siempre
con sus ojos extraviados
olisquean carnaza fresca
por posios y sembrados
ansiosos por hacer presa.
La luna lunita lunera
su lechosa cara refleja
en los charcos y las ciénagas.
Agoreros abejarucos
con sus conciencias más negras
que los güevos de un verraco,
añejas letanías entonan
vendiéndolas como nuevas.
Fieles a su tradición
la gente buena más buena
se alían con el Gran Cabrón
le encienden muchas velas
y lo sacan en procesión.
A coro como orfeón
falso, que no Donostierra,
a él le elevan su oración
que es una letanía de mierda.
Golpes de pecho retumban
por el llano y por las sierras
mientras van metiendo mano
en las exangües faldriqueras
de quienes trabajan en La Tierra.
Se oyen ya ayes y lamentos
de víctimas atolondradas
que por estar mal informadas
se creen siempre todos sus cuentos.
Centellas, rayos y truenos
desprenden esas nubes negras
que hay en los firmamentos
de casi todas las España
y un contrapunto fatal
pone la berrea tremenda
de cabritos encelados
que entrechocan fieros sus cuernas
por dirigir ellos sus manadas.
Salud.
está la luna mirando por entre los girones
abiertos entre los negros nubarrones
que oscurecen los altos cielos
de la ancha Extremadura.
Los viejos buitres de siempre
con sus ojos extraviados
olisquean carnaza fresca
por posios y sembrados
ansiosos por hacer presa.
La luna lunita lunera
su lechosa cara refleja
en los charcos y las ciénagas.
Agoreros abejarucos
con sus conciencias más negras
que los güevos de un verraco,
añejas letanías entonan
vendiéndolas como nuevas.
Fieles a su tradición
la gente buena más buena
se alían con el Gran Cabrón
le encienden muchas velas
y lo sacan en procesión.
A coro como orfeón
falso, que no Donostierra,
a él le elevan su oración
que es una letanía de mierda.
Golpes de pecho retumban
por el llano y por las sierras
mientras van metiendo mano
en las exangües faldriqueras
de quienes trabajan en La Tierra.
Se oyen ya ayes y lamentos
de víctimas atolondradas
que por estar mal informadas
se creen siempre todos sus cuentos.
Centellas, rayos y truenos
desprenden esas nubes negras
que hay en los firmamentos
de casi todas las España
y un contrapunto fatal
pone la berrea tremenda
de cabritos encelados
que entrechocan fieros sus cuernas
por dirigir ellos sus manadas.
Salud.
