OFERTA LUZ: 5 Cts/kWh

ALMENDRAL: El pueblo infeliz que calla y otorga, observa impávido...

El pueblo infeliz que calla y otorga, observa impávido el guirigay que están montado unos personajes a quienes les importa una higa si ese pueblo, respalda o no sus planteamientos. Para mi que ninguno entiende nada de todo lo que ahora mismo está pasando. Encaramados en lo más alto de sus torres marfileñas, no quieren ver que ese pueblo ha hablado ya bien alto y claro, pues, mucho más de la mitad, ni siquiera se han molestado en ir a meter un papel con un relación de nombres para el desconocidos, por la ranura de una caja de cristal. Y otros, muchos, han metido el sobre vacío.

Con la que tenemos encima y la que se nos avecina, andan lanzando a los cuatro vientos propuestas inconcretas a las que muy pocos le dan credibilidad alguna porque, saben, que sólo son cantos de sirenas que no engatusan a esas sociedades secretas a las que solemos llamar “los mercados”. Pero ahí siguen, erre que erre, vendiéndonos una amoto ya muy quemada.

Ojalá, la ceguera de esta gente a la que se les llena la boca con la palabra España, algún día se enteren que españoles somos todos, incluidos ellos y que, abran los ojos y vean que lo que está en juego ahora mismo y que va durar muchos años, es la superación de una crisis que no ha generado ese pueblo paciente que los aguanta, quizá, ni ellos mismos a sabiendas y que comprendan, que no les queda más remedio que ponerse todos de acuerdo para paliar en lo posible sus devastadores efectos, pero dudo que sean capaces, enfrascados como están en la defensa de unos intereses partidistas que sólo a ellos afectan.

Ojalá, si la tempestad arrecia, no tengamos que lamentarnos por no haber sabido hacerles entender, cuales eran sus obligaciones y que están obligados a entenderse.

Aparte de las ambiciones por el poder de unos y otros, me parece que lo que toca, no es el debate de sus postulados más o menos distantes, sino de apartar las discrepancias y de que cierren filas, al objeto, de sentar las bases para hacer frente a un futuro que se avecina incierto.

Quizá, pueda hacerse todavía. Quizá mañana ya no y entonces, lloraremos como niños asustados en medio de una tempestad que aun siendo previsible, no hemos querido o sabido evitar. Pero entonces, puede ser que ya no encontremos una plácida bahía en la que guarecernos con nuestro bajel, ni hallemos flotando un desgajado palo de mesana donde agarrarnos para sobrevivir en medio de oleaje.

Bien es verdad, que para entonces, estos capitanes arañas ya habrán embarcado a todo el pueblo y ellos seguirán en tierra con sus culos cómodamente arrellanados en sus cómodos escaños.

Salud.