ALMENDRAL: Señor Octavio, es un placer volver a leerle por estos...

El judío de La Mancha

Mi pensamiento recorre ahora esa mitad sur de la vieja España. Esta tierra que desde comienzos de la Edad Media fue habitada por los numerosos descendientes de los primitivos hebreos que inmigraban desde Oriente Medio. Si bien muchos de ellos fueron víctimas de reiteradas expulsiones por no acceder renunciar a su fe, otros tantos trataron de adaptarse en forma superficial a esa sociedad, integrándose y conviviendo como podían con ese hostil mundo circundante, siempre acompañados de los dramáticos avatares que les acarreaba el ser devotos judíos en casa y buenos cristianos frente a la sociedad.
Era el caso de Miguel de Cervantes Saavedra, un personaje más bien enigmático pues debía llevar adelante una doble vida al ser su linaje de origen judío. Como escritor debía componer sus textos de una manera velada para no quedar al descubierto frente a las amenazas de la Inquisición. Seguramente produjo un gran milagro de que El Quijote fuera el único libro sospechoso de judaizar de aquellas tristes épocas que logro eludir las destructivas llamas de la intolerancia.
A pesar de las acostumbradas especulaciones intelectuales está confirmado de que Cervantes era un judío converso y que pudo escribir El Quijote gracias a los eruditos conocimientos de los sagrados libros de sabios de su pueblo. La semblanza tradicional española lo pinta como un cristiano tradicional pero las evidencias más profundas - tanto de su personalidad como de su obra- lo colocan en las antípodas de un “cristiano viejo”.
No nos olvidemos de que los judíos de la época además de ser personas muy cultas, intentaban sobrevivir de cualquier manera posible a las persecuciones y cacerías de brujas oficiales, debían eludir nada mas y nada menos que la terrible condena a la hoguera.
Cervantes utilizó muy bien esas fuentes judías, que dominaba con precisión, las conocía demasiado bien para echar por tierra de que no era un cristiano viejo, de que era un judío oculto, un marrano, un pseudo converso. Su libro es el dramático alegato de un hombre desesperado por querer comunicar un mensaje censurado y autoc ensurado desde su origen, un grito de impotencia, una sombra de tristeza por querer transmitir una sabiduría no sólo prohibida, también demonizada.
Cervantes nos dejó muchas pistas ocultas en El Quijote. En el primer y famoso párrafo de la novela, “En un lugar de La Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme...” nos transmite en esta frase que no esta señalando una zona geográfica concreta, nos habla precisamente de esa mancha judía que lo acompaña inexorablemente desde su nacimiento.
La mayor hazaña de Cervantes no fue solo escribir El Quijote, fue salvarlo de las hogueras de la Inquisición, utilizando sus profundos y abundantes conocimientos de Cábala para transmitirnos en forma oculta un mensaje que sigue vigente hasta el día de hoy. Su gran logro fue escribir “un libro oculto” que consiguió burlar la censura de los tribunales inquisitorios.
Aunque él nos dijo que “la libertad es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos”, Miguel de Cervantes Saavedra no fue libre, nos tuvo que escribir en forma oculta y figurada para que él y su obra no hayan ido a parar a la gran hoguera, por ese tan grave delito de judaizar.

Señor Octavio, es un placer volver a leerle por estos parajes tan al sur.
La foto bajo la que ha escrito, me desconcierta un poco solo, porque el título de la misma se las trae. Ahí es ná, "El cerdo extremeño.". Sí. si, ya se que viene a colación con la exposición que usted hace sobre las vicisitudes en el día y las mañas de las que tenían que valerse nuestros antepasados no tan lejanos, para evitar ser "purificados" en una barbacoa en la plaza pública ante el regocijo y jolgorio general. Regocijo que unos sentían de veras y otros fingían sentir.

Le he rastreado un poco. Viajero y fotógrafo, sus tomas, son para mi gusto todas muy buenas, así que he recreado la mirada en ellas. Hay una, en lo que por aquí conocemos como los Países Bajos a juzgar por el entorno, de una joven en todo su esplendor entregada al esfuerzo de mover un biciclo, que usted, granuja, ha captado desde popa, que me he quedado mirando un rato más y he pensado, que igual le gusta este poema dedicado a un compatriota nuestro de origen barcarroteño.

A Barcarrota voy
de Barcarrota vengo,
cantaba yo de chico
detrás de mi jumento.

De Barcarrota voy
a Salvaleón corriendo,
-decía Contador-..
Y se iba juyendo.

Desde El Muelle salía,
primero cuesta arriba
de píe en su biciclo
y pasado el jigueral
y encarado ya El Porrino,
contra el embestía
doblado como un jocino.

Y no estando aún cansino,
arremetía a Monsalud
y de allí hasta Nogales
llegaba como un alud.

La Torre y El Almendral
cruzaba llaneando
sin ver cómo ni cuándo
y sin mirar atrás.

Ya en la Madre el Agua
paraba a repostar,
y puede que a evacuar
pues a la Fuente los Perros
no podía llegar
con ese peso de más.

Otra vez en El Muelle
tras cuatro pedaladas
salvando los repechos,
vuelta completada
y el trabajo hecho.

Y ahora el tercer Tour,
trabajo le costó,
pues por el pelea
lo mejor de lo mejor,
pero lo consiguió.

¡Enorabuena campeón!
Mi quito el sombrero
y genuflexo, me rindo
ante tu fuerza y tesón.

Jaramagos.

Esperemos que salga bien de la trampa saducea en la que le han metido y el próximo año lo veamos de nuevo dando pedales por esas tierras de Europa.


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