ALMENDRAL: Vamos a imaginar que estamos viendo una charca en mitad...

Vamos a imaginar que estamos viendo una charca en mitad de un campo lleno de amapolas y margaritas blancas y amarillas.

Cojamos moza una piedra y arrojémosla a ella. Veremos primero, que donde cae se levanta un chorro de agua hacia arriba como un surtidor y que, en la superficie que parecía plana y plácida
se forma un hoyo en torno del cual se generan unas ondas circulares que se van haciendo cada vez
más amplias.

Así ha pasado con la decisión de los del Supremo con el asunto Garzón. Hay quienes han tirado la piedra, han escondido la mano o se han valido de una mano a la que no les importa quemar porque son muy pocos los réditos que les dan pero, hete aquí y mira por donde, se ha producido un efecto al parecer no calculado. De Pronto, las mansas aguas se han trocado en bravas.

El osado juzgador, ha cometido un pecado terrible, ha querido abrir una causas contra el “franquismo” a instancia de los hijos y nietos de las víctimas ignoradas mal sepultadas en cunetas y descampados, de acuerdo con las normas que regulan los delitos de Lesa Humanidad y, ¡Zas! Se le ha tirado al cuello el franquismo sociológico remanente atrincherado en lugares estratégicos de ciertas instituciones. No es que Garzón sea precisamente un santito, lo que sorprende es que, quienes han demostrado tener la sensibilidad a flor de piel cuando se trata de las víctimas de ETA, el Gal, Grapo, o Islamistas asesinos, ante ese flojo intento de sacar a la luz los huesos de las víctimas de nuestra última incivil y llamar a los hechos por su nombre, de golpe, se vuelvan tan recelosos y fieros. Algo se hizo muy mal durante “la Transición” y tantos años después, está pasando factura, porque ahora nos encontramos conque se mide la significación de las víctimas por la ideología de quien la recuerda.

Veamos, no hace mucho, cuando de higos a brevas aterrizaba en este nuestro pueblo, veía que tanto en la fachada de la iglesia de san Pedro, (en la cara que da hacia donde recién termina la contienda se levantó una, si no la más imponente cruz de mármol gris que la soberbia humana haya izado en toda Extremadura, sí, la más que yo he visto mocita por tierras de las Españas) como en la fachada
del lado del evangelio (creo) de la iglesia de la Magdalena, había insertados en los muros una relación de nombres que bajo el título de: CAÍDOS POR DIOS Y POR ESPAÑA, así, con mayúsculas bien grandes, estaban todos aquellos que habían muerto defendiendo la causa de los que vencieron. Nada que objetar en principio, pues todo el mundo tiene derecho a honrar a sus muertos pero, el rotulito no me satisfacía mucho porque, ¿caídos por Dios? ¿Por cuál? ¿por España?
¿Por cuál?

El año pasado, en Roma, fueron beatificados de una tacada más de seiscientos sacerdotes y monjas que murieron asesinados o luchando en los frentes. Pero antes, cada dieciocho de julio, hombres con camisas azules y yugos y flechas, honraban a sus muertos frente a esta cruz que ves en la foto bajo la que escribo hoy. Y le ponían flores y coronas de laurel. Y les hacían en su honor misas de réquiem.

Luego, ¿no merecen ser localizados primero y luego darles caritativa sepultura aquellos otros que, unos luchando en los frentes y otros, sacados de sus casas para ser asesinados cuando ya el ejército rebelde había pasado y se hallaban solos y a merced de unas personas cegadas muchas veces por odios y deseos de venganza por hechos o circunstancias anteriores, ajenos incluso al mundo de las ideas?

Salud.