ALMENDRAL: ¿Te acuerdas de cuando.....?...

¿Te acuerdas de cuando.....?
Había que poner un muelle bien estirado de una pared a otra de una habitación, de la cocina o de donde fuera, para poder oír lo que contaba sobre el acontecer diario en aquella España cuartelera, Dolores Ibárruri y su equipo desde un anodino piso sito en una calle de Praga, creo; que entonces era la capital de un estado llamado entonces Checoslovaquía. Yo sí, aunque chiquinino.
Los más grandes decían que emitía desde Los Pirineos, porque la emisora se llamaba Radio Pirenáica.

También me acuerdo, que luego ya más tarde, andando por la Ciudad de los Condes Reyes, un día un muchacho año arriba o año abajo más viejo o joven que yo, me enseñó un dispositivo de interceptación de ondas hercianas que se usaba para meter ruidos y evitar que se oyeran bien las emisiones que se lanzaban al aire por una determinada frecuencia.

También me acuerdo de las instalaciones que tenían los yanquis en el Cabo más oriental de la Península Ibérica y que, aparte de interferir las ondas que salían desde los países del entonces llamado Bloque Comunista, les metían ruidos por un lado y, por el otro, los abastecían de propaganda encaminada a darles a conocer las virtudes del llamado Mundo Libre; que no eran otras que las del sistema político conocido como Bloque Occidental.

El teléfono móvil de entonces, era un cachivache voluminoso usado sólo por los ejércitos, que no veas cómo pesaba cuando ya lo llevabas un rato largo sobre los lomos.

Y así, poco a poco, hemos llegado a los telefoninos de hoy, esos aparatos minúsculos por el que podemos hablar, transmitir mensajes escritos, imágenes y hasta leer libros o periódicos. Pero claro, el ojo y el oído que todo lo ve y escucha, está también al loro, como debe ser; pues con estos cacharros se pueden activar explosivos desde una ciudad a otra y desde una nación a otra y, cómo no, los habituales de lo ajeno, siempre a la última, hacen estragos en las cuentas corrientes de los no avisados que pican en sus anzuelos. Y pican, ya lo creo, hasta los banqueros, siempre tan pendientes de aligerar de peso los bolsos del común de los mortales.

¿Te acuerdas?
Te pilló la motorola compinche, le dijo un ministro a otro.
O sea, que la cosa viene de lejos, pero es más: la calle es mía, dijo D. Manuel y con razón, porque la calle debe estar controlada para que vándalos de cualquier índole. condición o clase, aunque se presenten con la careta de beatíficas madres incapaces de hacer daño ni a una mosquita, no se apoderen de ella y manden el sistema político actual a los infiernos donde impera la ley del más fuerte, sea cual sea dicho averno y sea del color que sea quien maneje la barca de esta nuestras Españas.

Si, de paso, sirve para desenmascarar tramas financieras o corrupciones del sistema, miel sobre hojuelas y todos a la cárcel, que es su sitio, a no ser, claro, que su apellido sea Camps, Millet u otro ilustre cualquiera. Siempre ha habido clases, no faltaría más, y no es cuestión de tirarnos piedras a nuestro propio tejado, no sea que un día de estos, la motorola nos pille a nosotros.

Salud