Entre el ruido que están haciendo los cocinitas con los pucheros y el olor que de ellos sale, me entra un tufillo por la napia que no me resulta nada, pero que nada agradable.
De un lado, los señores banqueros tratando de exprimirnos como si fuéramos limones valencianos hasta dejarnos sin jugo. De otro, presuntos políticos presuntamente inteligentes pretendiendo llevarnos a la condición de esclavos o, como mínimo, de súbditos. Condición esta última que ya tenemos por imperativos del “sistema”, luego, la idea final, la escondida, es la de esclavos.
Para ello, nada mejor que obligarnos a trabajar lo máximo por el mínimo salario y luego, hacer que paguemos hasta por respirar. Lo de hacernos pagar por comer ya es antiquísimo y, por beber, me atrevería a decir que también pero, que estos días de calores, se nota más porque en un chiringuito cualquiera de los baratos y regentado por chino o paco, ya nos hacen cotizar litro y medio de agua en recipientes de plásticos a un eurito de vellón, y si fría, el doble. Ya ni hablo de los de las playas.
Es de tontos conformarse pero como nos anestesian, tragamos. Por eso, el “sistema” sigue imponiendo su lógica y así, cada día que pasa nos vemos mas harapientos por mermados.
Estamos en guerra. Es una guerra soterrada, en la que el arma principal es el engaño. Nos movemos impulsados por falacias cada día más evidentes. Nos aletargan con señuelos que una vez picados, como cuando te clavas un anzuelo, no hay manera de quitártelo de encima si no sajas.
¿Quién es tu enemigo?
El de tu oficio, decía mi agúelo.
Pues eso, quienes nos quieren endosar una mercancía, nos la doran de tal manera, que somos incapaces de rechazarla.
En lo político, los unos nos vende la su amoto y los otros, una bicicleta con tubos de cañareja.
Entre los unos, no se oye una sola voz que desentone y mientras rezan a sus dioses con su garrote nos van dando entre las orejas.
Entre los otros, la algarabía es la tónica.
Pero de momento, menos médicos, menos camas hospitalarias y menos maestros de educación primaria y de los otros.
Hay que ahorrar, es el pretexto, hay que ahorrar y tienen que apretarse ustedes vosotros el cinturón. Si sí, más, además les ordeno que adelgacen, que están ustedes vosotros demasiado bien nutridos o, quizás, mal alimentados. ¡Modernos progres, que sois unos modernos progres y titiriteros! Y los de Sol unos liendrosos. ¡Qué se han creído! ¿Que porque tengan unos cuantos de másteres de las cosas que hayan estudiado ya está? ¡Pues no y no! ¡Que vayan los guardias.........!
Ay D. Roberto D. Roberto, qué equivocado creo yo que está usted. Te cuento una secreto de mercaderes paisano, en Almendral, cuando había caleros, como es natural competían entre sí para colocar su producto y unas de las pequeñas trampas que hacían, si era para embarrar e iban a venderla a Barcarrota, por ejemplo, al llegar a la Fuente de los Perros, deshacían un terrón de los más blancos y espolvoreaban al resto para que no se viesen tanto los requemados y entrara mejor por los ojos de las futuras compradoras.
Es un decir.....
Salud.
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