Hoy veintisiete de abril, en todos los periódicos que he leído en encontrado el verbo "CHAQUETERO". Por lo que se ve, se refiere a esas personas que se valen de un determinado grupo político para escalar puestos en la sociedad en la que vivan, grande o pequeña, obtener el apoyo de otras personas de su misma catadura más o menos y, cuando el partido se da cuenta de sus maniobras torticeras e intenta poner remedio, lo abandona y hace él un grupillo para seguir manteniendo el sillón y beneficiando desde el a esos amiguetes que ha hecho a extramuros del partido que le arropó y ayudó antes de darse cuenta de su catadura moral.
Estos especímenes abundan más que la mala hierba, se desarrollan dentro de todos los partidos y en todas las sociedades. Un caso que dio mucho que hablar fue el de aquel madrileño que hace poco tiempo, se hizo famoso como ejemplo de transfugismo.
No creo que en Almendral haya gente así, porque a fin de cuentas, todo el dinero que se maneja en el pueblo llega de la Diputación provincial. Tampoco hay muchos intereses locales económicos en disputa; puede ser que sí los haya ideológicos, que a la larga, son los que perduran, y dan categoría moral a una sociedad que pretende estar a la altura de este siglo veintiuno aún en pañales. Una sociedad que pretende erradicar tácticas caciquiles añejas, caducas, opacas, avarienta y mangoneante. Una sociedad nueva compuesta por personas jóvenes llenas de vitalidad y con muchas ganas de que el progreso y la transparencia se implanten definitivamente en la convivencia diaria y en el quehacer de sus representantes. Que no excluye ni deseé mal para nadie.
Pase lo que pase en las municipales, es necesario que tengamos muy claro que, lo que mal empieza, mal acaba, que nunca fueron buenas las segundas partes y peores son las terceras. Que cuando se usan prácticas torticeras, su resultado acaba perjudicando a todos, incluso a quienes las fomentan.
Robespierre.
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