Ayer te decía mozuela, que, atrochando desde el
camino estrecho hasta el ancho, me tropecé con tu
fuente y vi que, además de seca, tenías un poco mustias tus rosas. Debe ser, porque desde que eres un poco mucho disidente, la administración te trata como a esos viejinos que hablan solos sentados en un banco de tu
parque sin que nadie se pare a escucharles.
El Gran Hermano omnipresente está haciendo bien su trabajo y, a ti, rebelde, te está haciendo pasar por una especie de chiflado entrañable que
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