Historia del
Hospital La Fe
LOS PRIMEROS AÑOS DEL HOSPITAL LA FE
El Hospital La Fe comenzó a construirse en 1968. Los terrenos elegidos para su emplazamiento se encontraban entre el Polígono de Campanar y la acequia de Mestalla, en un tramo próximo a la
carretera de
Burjassot. Para poder ubicar el hospital y sus accesos fue necesario desviar las acequias de riego y expropiar algunos terrenos privados colindantes. Uno de los primeros problemas en surgir fue el desalojo de las
familias que vivían en siete viviendas que ocupan este terreno. La mayoría de los propietarios de estas
casas aceptó sin problemas la indemnización que les ofreció el Ministerio de la Vivienda por expropiar sus casas; excepto los dueños de una vaquería y una
fábrica de encurtidos que pusieron una condición muy especial para ceder sus terrenos: obtener una
plaza para trabajar en el centro sanitario como celador y jardinero.
Origen del nombre del Hospital
A la hora de elegir un nombre para este nueva ciudad sanitaria, el Dr. Don Vicente Luis Peris Carpena, Jefe Provincial del Seguro Obligatorio de Enfermedad sugirió en 1966 buscar una denominación sencilla, corta y fácil de recordar como La Paz; incluso mostró su interés por encontrar un nombre todavía más corto. La solución la aportó el Dr. Don Manuel Pérez Sánchez, Secretario del Consejo de Administración del I. N. P., quien comentando este idea con su
familia recibió la inestimable ayuda de su suegra, de 70 años, que contestó: "Más corto que La Paz sólo puede ser La Fe".
Otra anécdota curiosa de la historia de este hospital surgió en relación con la construcción del
aparcamiento. En 1969, el Ministerio de la Vivienda ofreció a Don Joaquín Deusa Soldevilla, Director Provincial del Instituto Nacional de Previsión, el enorme solar que actualmente ocupa la
Estación de Autobuses de
Valencia (justo al lado del centro sanitario) para que fuera utilizado como aparcamiento por los trabajadores y usuarios del hospital.
El precio de este cesión era de una peseta por cada palmo de terreno. Sin embargo, Don Joaquín Deusa declinó amablemente esta oferta, ya que pensaba que con el terreno del aparcamiento actual tendría espacio más que suficiente. Por aquel entonces era difícil imaginar que en la actualidad el número de vehículos por habitante iba a ser tan elevado.