BURRIANA: SENTIRSE CASTELLANO POR LAS TIERRAS DE LEVANTE...

SENTIRSE CASTELLANO POR LAS TIERRAS DE LEVANTE

Corrían los años 1950, y aquel joven castellano, abandonaba su tierra, con una compañía de teatro, que cruzaba España de lado a lado. En su mirada se entendía, que buscaba una nueva vida, donde pudiera prepararse, para un futuro no muy lejano, dejando atrás un montón de recuerdos y amores tempranos, que quizá le hicieron tomar esa decisión, para salir airoso de su lugar de nacimiento. El joven con una buena imagen y a la vez mejor memoria, se sentía un futuro artista en los escenarios, aunque el rumbo de su vida le cambio por completo, sus atrevidas aventuras en el escenario. Estando representando a Don Juan Tenorio, en una localidad de Castellón, tuvo un encuentro con una joven, que era la dueña del hostal donde comían y dormían, era un lugar lleno de naranjos, donde la vida pasaba sin muchos problemas de trabajo, ni de ansiedad por el presente y futuro, ya que allí se vivía bastante mejor que en la tierra castellana, que era de donde el procedía. Aquel encuentro de Don Juan Tenorio, con aquella Doña Inés, le cambiaron el pensamiento y su propia vida. Ya que los días siguientes actuaron en los lugares cercanos a dicha localidad castellonense, y siempre existía un rato para poder verse en cualquier parte de aquella tierra soñada, por ser tan bonita su vegetación. El joven actor en pocos días cambio su forma de vivir, dejo la compañía de teatro, y paso a ser el esposo de la hija del dueño del hostal, donde apenas hacia trabajo alguno. Pero pronto su actividad fue creciendo, empezó dirigiendo a unos jóvenes, que como el soñaban con ser artistas, pronto se hizo con un grupo de gente encantadora, y a la vez ilusionada, al ver lo bien que recitaba versos en el idioma de Cervantes y José Zorrilla, y sus actuaciones de aficionados al teatro recorrieron algunos lugares de la zona levantina. Todo transcurriendo en perfecta armonía, con la familia que había realizado, donde el negocio del hostal, seguía viento en popa, y sus hijos se dejaban querer por donde caminaban. Eso si, sin dejarle de preguntar, como y por que abandono su tierra castellana. El en su respuesta siempre decía lo mismo, “Tenia ganas de visitar otras tierras y conocer otras gentes, y poder saborear las olas del mar de frente desde la arena de la playa”. La realidad era esa, aunque el amor hacia una mujer le cambiara el rumbo de su destino de trovador mundano. Sus versos aprendidos en la escuela de su pueblo, les llevaba metidos en la mente como si fueran un regalo del cielo, aquel Don Juan de Zorrilla, y los versos de un poeta que en aquellos años empezaba a ser muy conocido, Don Antonio Machado, con sus campos de Castilla, libro que en su casa guardaba su familia como un tesoro, y que en los tiempos difíciles de la dictadura, escondieron entre la paja y el grano en la cámara de su vivienda del pueblo, para que nadie pudiera denunciarlos, por ser poeta de la zona republicana. Había versos que los llevaba en el alma, como el que decía, “ Castilla miserable, ayer dominadora, envuelta en tus harapos desprecias cuanto ignoras”, además de los famosos versos dedicados a la familia de Alvargonzalez, y a la preciosa Laguna Negra. Donde transcurrieron aquellos hechos. Aquel joven que un día pisara Levante, se convirtió en un ser disciplinado y amante de su cultura y tradiciones, aunque sin dejar su expresión castellana y correcta, quizá envidiada por algunas personas de su entorno, su vida fue de relación constante con la cultura, y su familia se sentía orgullosa, de haber tenido una persona con tan buenas vibraciones, el apenas se daba por enterado, y se fueron pasando días y años, con la única intención, de que los pueblos cuando se conocen a fondo, son muy pocas cosas lo que les separan, y siempre con su ejemplo por delante, como el mejor diploma que podía dar a todos los seguidores de la cultura, que en esas tierras levantinas son cantidad de personas, y con las que el trataba a diario, ya no solo en su circulo de teatro, si no en centros de cultura y bandas de música, que en esa zona se multiplican en sus fiestas. Algún día no se cuando ese joven se hará viejo, pero su semilla se extenderá entre la gente de buena voluntad, que aun queda mucha por tan preciosa tierra. G X Cantalapiedra.