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CALPE: EL HOMBRE EMPRENDIÓ VIAJE...

EL HOMBRE EMPRENDIÓ VIAJE
Aquel hombre jubilado cansado de esperar, en aquel apartamento alquilado, de la Playa del Arenal, viendo como pasaban los días, si poder ver a la mujer que tanto soñaba con ella, sus llamadas por teléfono le decían y prometían un próximo regreso a Calpe, hacia como medio año, que conoció a una señora viuda, que acepto vivir con él en el futuro, y sin darle fecha exacta, el hombre esperaba día a día su regreso. Más parecía todo demasiado raro, y sin llegarse del todo a creer en las palabras, que día a día le mandaba por teléfono, decidió emprender viaje, al lugar que le decía siempre, que era su domicilio, El hombre emprendió viaje, con su automóvil, cargado de dudas y penumbra, decidió llegar hasta la provincia de Tarragona, cerca del Arco de Vara. Donde ella le indico cuál era su domicilio. Lo que no esperaba aquel hombre jubilado, que soñaba con una nueva vida, ya que siempre estuvo soltero, y sin vivir tan solo con su madre que ya no existía. Más aquella tarde de su llegada a tierras de Cataluña, supo lo que es una decepción, al estar cerca del domicilio de aquella esperada mujer, al verla salir de su portal con un hombre del brazo, y ver como las caricias se hacían duraderas, en aquel momento le dieron ganas de salir gritando, pero para él era demasiado, ahora pensaba estaba jugando conmigo, seguro que no le tenía fijo a ese acompañante, y estaba dándome largas a lo que ella llamaba sus problemas. Mejor que la olvide, que no signifique nada en mi vida, y yo pueda continuar en Calpe, con mi vida de soltero, en ese momento se le vino a la memoria, una canción de Juan Manuel Serrat, que dice. ”Coge tu mula tu hembra y tu arreo, sigue el camino del pueblo hebreo, y si te toca llorar es mejor frente al mar”. El cambió lo de su hembra y coloco su coche, y sin pensarlo mucho más, por la Autovía, A, 7, se marchó camino de su Calpe querido, donde ningún amigo suyo sabia de su aventura Mediterránea, su sueño se fue evaporando, y no tardo mucho tiempo en lograr de nuevo una mujer de su ambiente joven, con la que pudo iniciar su nueva vida de hombre jubilado y acompañado. Dice el refrán castellano, “Dios aprieta, pero nunca ahoga”. G X Cantalapiedra.