Iglesia de Nuestra Señora del Consuelo, ALTEA

Centenario de la Iglesia parroquial de Altea. Fue construida con el dinero o el trabajo de las cerca de 5.700 personas que habitaban Altea hace cien años y gracias al impulso del párroco Juan Bautista Cremades y Peiró. Ahora, es un símbolo de la localidad y hoy celebra el primer centenario de su bendición con una misa presidida por el vicario general de la Diócesis.

DIEGO COELLO
Hace cien años, cuando Altea tenía 5.694 habitantes según el Instituto Nacional de Estadística, el pueblo se llenó de júbilo por la finalización de la construcción del templo parroquial dedicado a Nuestra Señora del Consuelo y su bendición el 18 de septiembre de 1910. Durante diez años, los vecinos, alentados por el cura párroco Juan Bautista Cremades Peiró, se unieron en la tarea común de levantar el templo sobre las ruinas del que se construyó a principios del siglo XVI y que fue cerrado al culto en 1893 por su estado de deterioro.
A las 12 horas de hoy, la iglesia parroquial celebra la misa conmemorativa de su primer centenario, presidida por el vicario general de la Diócesis de Alicante-Orihuela, Francisco Conesa, en representación del obispo Rafael Palmero. Al acto litúrgico asistirán los familiares del cura Cremades además de las autoridades locales, y la misa será cantada por la Escolanía del Misteri d'Elx.
El historiador Manuel Gutiérrez del Caño escribe en su "Monografía histórica de la Villa de Atea", editada en 1920, que la primitiva iglesia se construyó a principios del siglo XVI y que ésta "fue restaurada un siglo mas tarde". Gutiérrez del Caño indica que en el año 1854 se construyó la Capilla de la Comunión -donde actualmente se encuentra el Cristo del Sagrario- "la cual se dedicó provisionalmente para celebrar el culto divino al estar la parroquial en estado ruinoso", y añade en su libro que la reedificación de la iglesia "se debe casi en absoluto al virtuoso cura párroco don Juan Bautista Cremades y Peiró".
Sobre este sacerdote, el historiador local Luis Fuster publica en el libro-programa de las fiestas patronales de 2010 que llegó al municipio el 17 de octubre de 1900 y que hasta su fallecimiento, el 25 de septiembre de 1925, desarrolló "una intensa y prolífica actividad". De su labor destacan la construcción del templo parroquial, la reparación de la iglesia de San Francisco, y la creación de la primera comisión de fiestas del Cristo del Sagrario en 1902.
El Cura Cremades, que fue enterrado en Altea y cuyos restos fueron trasladados solemnemente en 1954 desde el cementerio municipal a la iglesia parroquial para depositarlos bajo el presbiterio, siempre será recordado por su labor apostólica y porque consiguió que todo el pueblo, ricos y pobres, se unieran y aportaran sus esfuerzos para construir la iglesia que predomina en lo alto del cerro y que forma parte principal de la silueta de Altea. Para construir el templo, el sacerdote formó en abril de 1901 "una junta formada por personalidades relevantes del pueblo", cuenta Fuster, y que con el fin de recoger fondos "se crearon tres comisiones de trabajo, encargadas de recoger dinero mediante una cuota semanal, en la parte baja de Altea, en el pueblo antiguo y en las partidas rurales".
Como media, se recogían 145 pesetas cada semana, aunque las personas que no podían aportar dinero colaboraban acarreando agua o materiales de obra por medio de sus mulos o asnos, o bien ayudaban en la construcción durante sus horas libres. En aquellos años, el salario medio era de 2,76 pesetas (0,02 euros), por lo que eran las familias pudientes quienes aportaban la mayoría del dinero o costeaban alguna parte de las obras, aunque también hubo vecinos que pagaron una o dos escamas de la cúpula.
Las obras del nuevo templo costaron 223.110 pesetas, según Gutiérrez del Caño, que fueron sufragadas con 30.000 pesetas de los vecinos recogidas durante diez años y diversas subvenciones del Arzobispado de Valencia y el Estado. El templo fue bendecido el 18 de septiembre de 1910 por el canónigo de la catedral de Valencia, José Beneyto, hijo de Altea.
(2015)