La hermosa y risueña
Huerta, por desgracia, hoy sólo está en la memoria de aquellos que la conocimos o crecimos en ella. Paradójicamente, la Huerta dió la vida a
Murcia, a
Beniaján y al rosario de
pueblos que salpican el
Valle... Pero hoy, en vil agradecimiento, se la hemos quitado a ella. La Huerta no muere, la Huerta ya está muerta, desde hace años, tras paceder la más implacable de las enfermedades: la avaricia humana.
Un día, quizá no muy tarde, el Padre Segura despertará de su letargo y vengará
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