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Autor: Ramón de Mesonero Romanos
Al amor de la lumbre o el brasero Ramón de Mesonero Romanos

He aquí un objeto puramente español, y para hablar del cual de poco nos serviría tener a la mano los diccionarios de Taboada o de Newman. Afortunadamente somos poco diestros en achaque de traducciones, y aspiramos más bien al título de originales, aunque indignos. Verdad es que según van las cosas en la patria del Cid, dentro de muy poco tiempo acaso no tengamos ya objetos indígenas de que ocuparnos, cuando leyes, administración, ciencias, literatura, usos, costumbres y monumentos que nos legaron nuestros padres acaben completamente de desaparecer, que a Dios las gracias, no falta mucho ya.

Entonces desaparecerá también el brasero, como mueble añejo, retrógrado y mal sonante; y será sustituido por la chimenea francesa, suiza o de Albión; y la badila dará lugar al fuelle; y soplaremos en vez de escarbar.

Pero mientras esto sucede (y por si acaso sucediere mañana) no nos parece fuera del caso dejar aquí consignado un uso próximo a huir con otros tantos; a la manera que el diestro escultor imprime en cera (o sea en barro) la mascarilla del cadáver que va a desaparecer de la superficie de la tierra para ocultarse en su interior.

Si fuéramos etimologistas o rebuscadores de alcurnias, meteríamos el montante entre Covarrubias, que quiere que brasa y por consecuencia brasero vengan del griego Bras, que equivale en latín a Ebullio y Efervio, y los otros autores heráldicos, que creen buenamente que la voz española brasa sea hija legítima y de legítimo matrimonio de la latina Urasa, descendiente línea recta del verbo Urere; pero como a Dios gracias estamos lejos de estas (como decía el buen Sancho) sotilezas, y nos inclinamos más bien a las demostraciones materiales y tangibles, suponemos que el brasero reconoce por causa y origen la notoria costumbre del frío, y por consecuencia creemos y confesamos por cosa cierta, que si no hubiera invierno, regularmente no se hubieran inventado los braseros.

Ahora bien, - ¿quién los inventó? -se nos preguntará: y nosotros responderemos cándidamente. -El primero que tuvo frío. -Echarémosla aquí de escolásticos, y continuaremos el argumento. -Es así que Adán en cuanto hombre quedó sujeto a todas las miserias humanas, desde aquella desgraciada golosina que compartió con Eva; es así que una de estas miserias fue sin duda el frío, ergo nuestro padre Adán, el primero que tuvo frío, fue, sin género de duda, el inventor del brasero.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Este descubrimiento, como todos los demás, tuvo después su sucesivo desarrollo; y así como vemos la hoja de parra y la piel de león de aquel hombre primitivo, transformada después en la púrpura romana, o la casaca francesa; del mismo modo el brasero, que empezaría por ser probablemente una piedra agujereada o cosa tal, acabó por ser un mueble de elegante forma; y tanto, que ya en el siglo XVI hay una ley española que salía al encuentro de este abuso diciendo: «Mandamos que de aquí adelante no se ... (ver texto completo)