Monumento al Agente Comercial o Viajante.
Al entrar (o salir) de la
estación de Atocha, el viajero se quedará sorprendido ante la visión del bello
jardín tropical, enmarcado por hierro y cristal. Y al pasar junto a esta
estatua, seguramente ni la vea. Pero ahí está… el Agente Comercial o Viajante.
El Viajante, antiguamente, recorría, durante semanas o meses, casi toda la geografía nacional. De nada servía lo que pudiera fabricar una empresa si no tenía buenos comerciales que vendieran sus productos. Y ahí estaban ellos, iban de ciudad en ciudad, de
pueblo en pueblo. Fuera de sus
familias durante largos periodos de tiempo, de pensión en pensión. En muchos casos sin apenas salario, y sacando el jornal casi en exclusiva de las comisiones por ventas.
Hoy día, esta profesión ya no es la que fue antaño. La culpa es de estos tiempos donde toda la
información de un producto lo podemos obtener por internet, aunque todavía siguen existiendo sectores que el Agente Comercial es el puesto más importante de una empresa, ya que si el Comercial no vende, para nada sirve lo que fabriques. Fabricar lo puede hacer cualquiera: vender, ya es otra
historia.
Obra de Francisco López Hernández. 1998.
Está en la Glorieta del Emperador Carlos V
Madrid tiene muchos
monumentos emblemáticos, pero a lo largo de la ciudad podemos admirar muchísimos más,