Carrusel de los Jardines del Descubrimiento. Plaza de Colón, MADRID

Carrusel de los Jardines del Descubrimiento.
Plaza de Colón.

La emblemática y señorial plaza de Colón ha sido el entorno elegido en esta Navidad para la instalación de un precioso carrusel de dos plantas con un diseño muy atractivo, que ha hecho las delicias de los más pequeños durante las fiestas navideñas.
Los Jardines del Descubrimiento este año se han “vestido” de luces y colores para celebrar las vacaciones de Navidad. Hemos disfrutado de un acogedor mercadillo navideño y una pista de patinaje sobre hielo. Y entre las propuestas orientadas al público infantil, los más peques, han podido gozar de un tiovivo de dos plantas en el que poder girar al ritmo de la música y disfrutar de una de las “fotografías” más bonitas del centro de Madrid. Ha resultado difícil no caer en la tentación de subirse a uno de sus “caballitos” de alguno de sus dos pisos.
Como sé que os gusta saber un poquito más de cada cosa, jeje, os contaré algo más:
-El origen de lo que hoy conocemos como “Carruseles” se remonta al siglo XII. Más tarde, en 1680, fueron los turcos quienes inventaron un aparato en el que unos caballos de madera se suspendían en unas vigas que a su vez daban a un poste central. Aunque según cuentan, la misión de estos artificios era más bien para poder entrenar las (malas) artes de la guerra.
Ya en el siglo XVIII, la realeza francesa decidió quedarse con su espíritu lúdico en lugar del bélico y empezó a adornar sus jardines privados con esos ingeniosos artilugios. Hasta que terminaron montando un aparato enorme en La Place du Carrousel, en el mismo centro de París. De ahí viene lo de carrusel.
Pero, en España, le damos otro nombre: “El Tiovivo”.
Si os preguntáis que dónde está el origen de la denominación de Tiovivo y no lo sabéis, pues ya os saco yo de dudas: en Madrid.
Sí, fue en un caluroso mes de julio de 1834 cuando una epidemia de cólera golpeó a la capital. Entre las cientos de víctimas fallecidas, se encontraba Esteban Fernández, conocido por regentar un carrusel en lo que hoy día es el paseo de las Delicias, y al que los madrileños llamaban Tío Esteban. Casi todos los vecinos acudieron a despedirle el día de su entierro, pero…de repente, en medio del sepelio, unos fuertes ruidos sorprendieron a los desconsolados asistentes, quienes se quedaron más que perplejos cuando del féretro salió el Tío Esteban al grito de “ ¡Estoy vivo, estoy vivo!”. Aquella noticia corrió como la pólvora por las calles de Madrid, y desde entonces, los madrileños rebautizaron al afrancesado Carrusel con el nombre más castizo de Tiovivo. Al menos, eso cuenta la leyenda…