Casa de Tócame Roque. Final de la calle Barquillo, MADRID

Casa de Tócame Roque.
Seguro que más de uno recuerda la expresión de: La Casa de Tócame Roque.
La utilizamos para referirnos a un lugar donde reina la confusión y hay con frecuencia alborotos y riñas. También en reuniones de vecinos.
Lo que quizás no sepas es que La Casa de Tócame Roque sí existió. Fue una famosa casa madrileña que durante el siglo XVIII y la primera mitad del XIX estaba situada en la esquina de las calles Barquillo y Belén.
Al parecer, estaba habitada por 72 familias, donde las riñas y los escándalos era habituales. Albergaba también en los patios del edificio un conjunto de acreditadas herrerías en las que trabajaban setenta oficiales de fragua.
Las casas de vecinos eran tan pequeñas, que las comparaban con el tamaño de los baúles. Esto hacía que la convivencia familiar fuera casi pública entre toda la vecindad, y los vecinos se enteran de todo lo que ocurría en cada casa.
Se cuenta que la casa fue heredada por dos hermanos, Juan y Roque, y que estos hermanos no se ponían de acuerdo en nada. La herencia recibida estaba tan mal redactada que no dejaba claro quién de los dos hermanos era finalmente el afortunado propietario.
Siempre discutían pretendiendo que la herencia les correspondía a cada uno por entero. Así, Juan le decía a Roque: “Tócame, Roque”. Y Roque contestaba: “La casa tócame a mí, Juan”.
Este chascarrillo corrió de boca en boca por las calles de Madrid, burlándose de la disputa. Y como ésta duró años, la casa se quedó con ese nombre: Tócame Roque.
Llegó a hacerse tan popular en el siglo XIX, que inspiró varias piezas del teatro musical más castizo y quedó inmortalizada en la literatura, la pintura y el refranero.
Ramón de la Cruz le dedicó a esta jaranera vivienda uno de sus populares sainetes: La Petra y la Juana o el buen casero.
Dice la tradición que estos vecinos se amotinaron y decidieron dejar de pagar el alquiler a los caseros, no permitiéndoles ni la entrada en el lugar.
El impago de alquileres llevó a los propietarios a solicitar su derribo. El pleno municipal de 23 de agosto de 1849 lo justificó para dar salida a la calle Barquillo y encontrarse con la que es hoy día la calle Fernando VI. Los vecinos impidieron la actuación municipal con todas sus fuerzas durante un año, aunque en septiembre de 1850 salieron de ella las últimas 50 familias y se derribó.
Y con ellas se iba un símbolo del “follón” vecinal hecho literatura.
Como todos estos follones quedaron en el imaginario madrileño, cuando alguien quería encontrar una comparación para hablar de una casa en la que había mucho jaleo y muchas disputas, decía: Esto parece la casa de Tócame Roque.
Lugar donde estaba la antigua Casa de Tócame Roque.
Hoy día existe una placa conmemorativa que recuerda el lugar exacto en el que se ubicaba.
Final de la calle Barquillo.