Escalinata de los Ciegos y Catedral de la Almudena. De noche, MADRID

La Cuesta de los Ciegos es la vía más empinada de la ciudad. Desde la pequeña plazuela que ocupa la fuente, asciende en zig-zag esta escalinata de granito con 254 escalones.
Construida a principios del siglo XX, nos lleva desde la calle Segovia hasta la plaza de Gabriel Miró en el alto de las Vistillas.
Francisco de Quevedo la describía como el paraje del "desengaño".
Antes de la construcción de la escalinata, presentaba una pendiente con un desnivel superior al que ahora tiene. La rampa estaba bastante descuidada y era algo así como un tobogán gigante. Los niños hacían de este punto un lugar de recreo, donde jugaban a deslizarse y a tirarse desde arriba. Por ese motivo, a este lugar también se le conoce por el nombre de “Cuesta de Arrastraculos”.
Hay al menos dos leyendas sobre este lugar:
Una data del año 1214, cuando San Francisco de Asís llegó a Madrid tras realizar el Camino de Santiago. Asís se instaló a vivir en el actual Parque de las Vistillas y construyó su humilde cabaña donde años más tarde se levantó la Basílica de San Francisco el Grande. El Santo, vivía de la caridad de sus vecinos y pasaba asiduamente por este desnivel. Cierto día, llegó hasta el Convento de San Martín y entregó al prior una cesta de peces, a cambio, le entregaron una tinaja de aceite. De regreso, al volver a la cuesta, se encontró con varios ciegos que estaban pidiendo limosna, Francisco de Asís les untó los ojos con un poco del aceite que llevaba y al instante, de forma milagrosa, los ciegos recuperaron la vista.
Otra versión sobre el nombre de la Cuesta de los Ciegos se remonta al Siglo XVIII. Dicen que al pie de la cuesta siempre solía haber un grupo de invidentes que al son de una música de violines, cantaban a cambio de una limosna.
Una secuencia de la película “Yo hice a Roque III”, en 1980, se rodó aquí, donde Andrés Pajares, que hacía de púgil cómico, junto a Fernando Esteso, entrenaba subiendo y bajando los 254 peldaños, imitando al Stallone, pero en nacional.
Lo cierto es que hoy en día la Cuesta de los Ciegos es un punto con mucho encanto, que incita a un paseo tranquilo y romántico, hasta llegar al jardín de las Vistillas. Y desde allí arriba, se puede admirar, una de las mejores vistas del oeste de Madrid, muy en especial, cuando se pone el sol.