Esta
calle recuerda a dos muchachos que vivieron a fines del siglo XIV en una zona próxima a Conde Duque y a la
Plaza de
España. Había dos
fincas contiguas que, habiendo fallecido los padres, fueron heredadas por dos niños: Gabino y Guillén. Estos chavales se hicieron muy
amigos. Ambos vivían de lo que producían sus
huertas, y cada año que pasaba plantaban un
árbol nuevo en sus respectivas quintas. Un año, una fuerte
tormenta destruyó las huertas y los chicos se quedaron sin su medio de vida. El capellán de una
iglesia próxima (el oratorio de
San leonardo) se hizo cargo de los chicos y los mandó a estudiar al
colegio de los doctrinos. Gabino murió estando en el colegio. Guillén quedó muy afectado y cuando supo que había muerto su protector, el capellán, él a su vez murió de pena.
Como no dejaron herederos, el prior de San Martín dispuso de las tierras de ambos.