En 1776 la comunidad de frailes solicitó al rey Carlos III que se incorporara al proyecto el arquitecto real Francesco Sabatini, uno de los artífices del
Palacio Real, a quien se debe la
fachada principal y las dos
torres que la coronan. También se sumó Miguel Fernández, en calidad de asesor técnico. El
edificio fue finalizado en 1784. Durante el reinado de José I (1808-1813), se pensó en destinar el templo a
Salón de Cortes, a partir de una remodelación proyectada por el arquitecto Silvestre Pérez.