Hacia el año 1214,
San Francisco de Asís se instaló a vivir en el actual
parque de las Vistillas, y cierto día llevó al
convento de San Martín una cesta de peces. A cambio le entregaron una tinaja de aceite. Al volver a su hogar por la cuesta, se encontró con varios ciegos que estaban pidiendo limosna. Francisco de Asís les untó los ojos con un poco de aceite y los ciegos recuperaron la vista de forma milagrosa.
Otra versión sobre el nombre de la cuesta dice que, en el siglo XVIII, solía haber un grupo de invidentes que, al son de una
música de violines, cantaban a cambio de una limosna.