Para entonces ya hacia un siglo que se había fundado el
monasterio de
Santo Domingo el Real, donde vino a enterrarse Pedro y al que le gustaba tanto
Madrid que la tuvo como residencia permanente reformando y acomodando su
castillo. Los Reyes Católicos solían pasar largas temporadas en Madrid donde en 1509 se reunieron Cortes y el rey Fernando, ya viudo, convocó a doña Juana, todavía cuerda, para jurar como sucesora al trono.