HOYO DE MANZANARES: AQUEL CABALLO SE ESCAPO DE HOYO DE MANZANARES...

AQUEL CABALLO SE ESCAPO DE HOYO DE MANZANARES
Eran años difíciles para la ganadería, los piensos y el forraje o paja escaseaban, y los dueños de animales con caballos acémilas machos burreños y burros, se les complicaba la vida, al estar estas clases de alimentación animal difíciles y caros. Un caballo elegante que pasaba hambre en aquellos días del mes de agosto, de 1910, decidió por su cuenta, salir de su corral para poder mejorar su vida de caballo, y aquella tarde después de haber bebido agua en abundancia, se salto la valla de piedra que tenía el dueño de aquella pequeña ganadería, el caballo empezó su aventura en la tarde noche de la sierra madrileña. Empezó marchando por las faldas del Picazo, y de madrugada estaba cerca de Villalba, desde donde aquella mañana empezó subiendo campo a trabes camino de Navacerrada, sin dejar de comer y beber donde veía que existía algo de alimentación para su interés. Entonces apenas se veían coches, y lo que más circulaba eran carros, unos tirados por acémilas y otros por caballos, Pero apenas vehículos de motor. Aquel caballo con las herraduras medio rotas, se notaba hacerse daño en sus cascos, donde su protección eran las herraduras, Así y todo, camino por sendas y praderas sin saber dónde terminaría su caminata. Llegando hasta la Granja de San Idelfonso, donde unos vecinos le vieron cojeando al pegarle un trozo de herradura en la pata contraria de la herradura rota, El caballo se dejo llevar hasta una cuadra, donde al día siguiente seria llevado al herrador, para calzarle sus herraduras, y la persona que le cuidaba, se lo comunico a la Guardia Civil, para que supieran de su presencia en dicha localidad. No pasaron ni quince días, cuando el dueño del caballo de Hoyo de Manzanares fue comunicado, que su caballo permanecía en esa localidad segoviana. El Dueño con una acémila, se dirigió hasta dicho lugar, donde el caballo al verle no sintió ninguna alegría, pensando este hombre seguro que me mata a hambre, y me tendrá atado a una clavija para impedir que me vuelva a marchar. Este hombre me puede dar bastantes palos y disgustos, Solo me queda la solución de que me venda, para empezar a ser un caballo útil, y galopar cuando mi dueño tenga ganas de correr al galope tendido. Soy un caballo con pocas salidas y aun menos metido en una cerca entre viejas encinas, sin poder ver la libertad de correr por otras tierras y cañadas, viviendo dignamente la vida de un caballo de raza como era dicho animal. Al llegar el caballo con su dueño a Hoyo de Manzanares, algunos vecinos que sabían de su escapada comentaban, seguro que la fusta le dejará marcado, para que nunca más inicie esa aventura animal, sin razones suficientes, aquella escapada marcó a muchos ganaderos, de aquella zona de la sierra, a saber, respetar un poco más a los animales de su propiedad…. G X Cantalapiedra.