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GETAFE: Madre Maravilla de Jeús bendice a los organizadores...

Madre Maravilla de Jeús bendice a los organizadores y a los peregrinos que recorren más de 70 kilómetros cada año. Este año el 10 y 11 de noviembre partiran nuevamente... Les dejo la experencia contada por un peregrino.

Esto se realiza desde la ciudad de Nogoyá (provincia de Entre Ríos, ARGENTINA) donde vive Manuel Vilar, el niño que salvó Madre Maravillas y hoy vive entre nosotros, milagro por el cual fue canonizada por el Papa Juan Pablo II.

Peregrinación Nogoyá – Crespo

La experiencia contada por un peregrino

Antes de partir los peregrinos tuvieron la oportunidad de hablar con las hermanas del Convento de las Carmelitas Delcazas. • A ellas se le dejaron todas las intenciones de oración para Santa Madre Maravillas de Jesús. • Además algunos peregrinos relataron sus experiencias y motivos por los cuales venían a esta peregrinación por los enfermos.

Uno de los promesantes que conformaron una multitudinaria caminata entre Nogoyá y Crespo, que convoca anualmente la Madre Maravillas, accedió a relatar su experiencia.
"Luego de la bendición sacerdotal en Nogoyá, empezamos a caminar haciendo palmas junto a la canción de Madre Maravillas y expresando “Que viva Cristo” interpretado por el Padre Mario. Fue un comienzo estimulado por las canciones y los vivas, que tanto necesitaríamos al final de los 70 kilómetros a recorrer.
Durante toda la peregrinación fuimos acompañados por móviles policiales, ambulancias, tres equipos móviles de sonido, y vehículos de apoyo para trasladar hasta la próxima parada a los que tuvieran inconvenientes para mantener el paso.
Sin reloj, dejamos pasar el tiempo para recorrer los primeros 17 kilómetros con un sol muy fuerte que poco a poco se fue ocultando. Durante la marcha se fueron pasando distintas canciones que mantenían a los peregrinos alegres, alzando las manos al cielo. A lo lejos se veía a una vecina de la zona rural de Nogoyá que con una botella en la mano saludaba con alegría a los 500 peregrinos que pasaban por la ruta.
En cada tramo se rezaba la oración a Santa Madre Maravilla de Jesús, un Padre Nuestro y 10 Ave María, además de varias lecturas que Mónica intercalaba con otros interlocutores, encargados de mantener la llama encendida desde el inicio, o haciendo algunas recomendaciones útiles para afrontar mejor el esfuerzo, o indicando la forma de reponer el agua.

Cristo a toda hora
Una experiencia sin igual se vive en momentos en que uno ve la larga caravana de peregrinos caminando por la banquina de la ruta, el sol que azotaba con sus últimos rayos y de fondo la música del padre Mario: “hay un fuego que me está quemando; aquí se canta, aquí se ora, se hija a Cristo a toda hora”.
El sol se perdía entre los árboles y la luna comenzaba a vestir sus blancos tules prometiendo iluminar nuestro camino por la noche.
A lo lejos se veían unas pequeñas luces que indicaban nuestra primera parada. El Hogar Nuevo Amanecer fue la institución encargada de la cantina. Cuando arribamos ya tenía todo listo para una cena reponedora. Se terminaría también allí el primer turno del Padre Jorge, que caminando por la banquina opuesta fue una especie de confesionario móvil (acompañado en un tramo por otro sacerdote) para confesar a los caminantes.
Siempre atentos, los servidores acompañaron hasta el ultimo peregrino en todas las etapas y se encargaban de solicitar los móviles de apoyo para transportar a las personas que por distintos motivos no podían continuar caminando.

La noche
Durante la noche, no hubo mucho tránsito, lo que favoreció que se esparcieran lejos la música, el canto y las lecturas que nos confrontaban en serena reflexión sobre nuestras vidas.
Un momento especial sentimos cuando antes del amanecer empezamos a escuchar una música serena e inspiradora y Mónica comenzó a expresar un texto que hablaba sobre nuestras intenciones, pidiendo a Dios alivio para nuestros pies y dando gracias por cada paso que dejamos atrás, símbolo de gratitud a cada intención, a cada pedido de sanación o agradecimiento.
Con lágrimas en los ojos, algunos, continuamos paso a paso con más ganas mientras se asomaba el amanecer del día domingo.

El tramo final
De manera muy organizada, en cada parada, los peregrinos fuimos al encuentro de nuestras pertenencias, bolsos y colchonetas para descansar, los termos ya con el agua caliente, frutas que los servidores se ocuparon de distribuir.
En la última estación, en mis pies ya se notaban algunas ampollas que aconsejaban inequívocamente subir al móvil de apoyo para que nos llevara a la próxima parada. Allí muchos aprovechamos a descansar, cuando de lejos se escuchaba la música y la llegada de los peregrinos que con aplausos y lágrimas fueron recibidos en la ultima parada.
El cielo comenzó a nublarse y de a ratos un aire fresco nos envolvía. Algunos peregrinos aprontaron sus capas de lluvias, la imagen de Santa Madre salió cubierta y a pocos minutos de los últimos 10 kilómetros hasta Crespo, la lluvia como bendición comenzó a derramar su frescura sobre nosotros. Algunos optaron entonces por subir a los móviles y camiones de apoyo...
Muchos pensábamos bajar en el acceso a Crespo para caminar el último tramo, pero el camino se presentaba con barro y resbaladizo, por lo que decidimos adelantarnos y esperar a los peregrinos en la ermita de López y Planes y calle Alem. Allí gran cantidad de gente esperaba el reencuentro de sus familiares y amigos.
A los pocos minutos Dios mostró una vez más su creación, haciendo brillar un sol muy sonriente, lo que nos permitió de manera organizada caminar hasta la terminal de nuestra ciudad donde se entregaron las pertenencias de los peregrinos y cada uno pudo partir para su hogar, cargando en sí una experiencia imposible de expresar en letras".
Gustavo Oliverio
Goliverio@infovia.com.ar.