“Anoche cuando dormía
Soñé, ¡bendita ilusión!,
Que un ardiente sol lucía
Dentro de mi corazón.”
Antonio Machado.
CUANDO HAY LIBERTAD NO HAY DERECHO A LA DESILUSION
El hecho de que la palabra ilusión –negativa en su origen latino y en todas las lenguas, como engaño, irrealidad, error, cosa “ilusoria”, propia de “ilusos” -haya experimentado en español algo así como un ”injerto” y haya dado frutos positivos –tengo ilusión, estoy o vivo ilusionado-, es enorme. Creo que los españoles, por poner esa maravillosa palabra en su sentido positivo, tenemos mayor posibilidad que los demás de tener la realidad que significa, es decir, de tener ilusión y vivir ilusionados.
La ilusión está inextricablemente entrelazada con lo más profundo de la vida humana: la imaginación; su carácter de orientación hacia el futuro, hecho de anticipación y temporalidad; su vinculación al deseo, gracias al cual nuestra vida mana como una fuente; su condición de ingrediente a toda vocación verdadera; su raíz en la condición amorosa del hombre; sus vicisitudes en la presencia y en la ausencia, incluso en la irrevocable de la muerte; su aptitud para volverse a Dios...
Soñé, ¡bendita ilusión!,
Que un ardiente sol lucía
Dentro de mi corazón.”
Antonio Machado.
CUANDO HAY LIBERTAD NO HAY DERECHO A LA DESILUSION
El hecho de que la palabra ilusión –negativa en su origen latino y en todas las lenguas, como engaño, irrealidad, error, cosa “ilusoria”, propia de “ilusos” -haya experimentado en español algo así como un ”injerto” y haya dado frutos positivos –tengo ilusión, estoy o vivo ilusionado-, es enorme. Creo que los españoles, por poner esa maravillosa palabra en su sentido positivo, tenemos mayor posibilidad que los demás de tener la realidad que significa, es decir, de tener ilusión y vivir ilusionados.
La ilusión está inextricablemente entrelazada con lo más profundo de la vida humana: la imaginación; su carácter de orientación hacia el futuro, hecho de anticipación y temporalidad; su vinculación al deseo, gracias al cual nuestra vida mana como una fuente; su condición de ingrediente a toda vocación verdadera; su raíz en la condición amorosa del hombre; sus vicisitudes en la presencia y en la ausencia, incluso en la irrevocable de la muerte; su aptitud para volverse a Dios...