Hace unos pocos días he tenido el placer de visitar de nuevo
Aranjuez, como siempre tan hermosos sus
jardines y
palacios, ahora vestidos del encanto
otoñal, lo cual causa una gran emoción el caminar por sus
calles bajo el crugir de las hojas secas, recibiendo la fria caricia del
invierno en la mejilla, poder disfruar en la Rana Verde de un aromático café y el afable caracter de la gente de esa ciudad, no digo adios sino hasta pronto