En plena tertulia familiar, alguien ha rescatado una vieja guitarra y, tras mirarnos, rasgamos un yo que en la piel llevó el sabor amargo del llanto eterno, que han vertido en tí cien
pueblos.De ahí a repasar Rosendo, Ibáñez en París, la estaca, un montón de toneladas, el viejo tambor de Raphael, la
hoguera o dame tus besos a mí, ha sido un momento.Sin olvidar la respuesta en el viento o la imaginación de Lenon.Es curioso cómo las letras de algunas canciones te transportan a un tiempo de guerra vivido
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