Situación:
Al norte de la provincia de Tarragona, en la comarca de la Conca de Barberà.
Fundado en la Edad Media por los monjes de la abadia francesa de Fontfreda, el monasterio fue un importante foco espiritual y económico de la Cataluña nueva tras la reconquista y se convirtió en panteón real de los reyes de la corona catalano-aragonesa. Los monjes blancos del Cister habitaron ininterrumpidamente el monasterio hasta la desamortización de 1830, tras lo cual el monasterio fue saqueado y quedó en ruinas.