BARCELONA: Sí, tonterías, pero cuando África todavía empezaba...

Sí, tonterías, pero cuando África todavía empezaba en los Pirineos y Europa también, según ibas o venías, la mayoría de los españolitos de a píe éramos europeos convictos y confesos. ¿Qué ha pasado en estos años para que nuestra fe en la vieja dama haya pasado a mejor vida? No lo sé, ni siquiera sé si es verdad mi afirmación. Lo que sí parece cierto es que la perspectiva cambia de una década para otra pues, cuando llegamos a ella con pleno derecho preguntándole ¿qué me das? Apenas estábamos sacando la cabeza del oscuro agujero en el que habíamos estado sumidos durante tanto tiempo.

Éramos más jóvenes, es verdad, teníamos trillados menos caminos y nuestro conocimiento de las jugadas torticeras que se dan en el mundo político era nulo. Puede que por eso, aquél momento histórico que tanto habíamos anhelado, insuflara en nuestros ánimos tantas esperanzadas ilusiones.
Tardó, pero nos dimos cuenta que, aparte de pedir, también teníamos que dar y, eso ya es otro cantar, que la vaca es mía.
Pero nos dio. La vieja y rancia Europa nos dio. Se puede decir y quien quiera que lo niegue, que las grandes infraestructura de las que se han hecho por estos pagos, han sido sufragadas por ese ente tan diverso, ese cuerpo sin alma al que ahora decimos EU. Lo que no quiere decir que, casi todos o todos nuestros ínclitos capitanes de barcos y barquitos, no se hayan puesto más de una vez unas medallas que no habían ganado en ningún combate, ni naval ni de nabos.

Ahora, con la que está cayendo y cuando ya casi nos estamos enterando que la culpa de todos nuestros males no es sólo del bigotes o de bambi, sino de una serie de circunstancias propiciadas y ejecutadas sin el menor escrúpulo por el mayor cáncer capaz de corroer el más sólido sistema democrático (¿te digo cual, mocita?) resulta, que nos entretenemos discutiendo si son galgos o podencos y, cada facción, nos quiere vender la lana que teje en su rueca alegando, que la procedente de las churras es mejor que la de las merinas. Flaco favor nos y se hacen, porque cuando estén, los que estén en Bruselas, tendrán que aparcar sus diferencias pueblerinas y, espalda contra espalda, evitar que otros lobeznos o perros viejos nos arranquen las carnes a pedazos.

Así que, mañana moza recia, reencarnaré aunque sea por un rato e iré al colegio a echar un papel en una urna, sea transparente o no. Y le sonreiré a los pringados a quienes les haya tocado estar al píe del cañón desde el alba hasta el ocaso. Luego, haré lo que me de la gana. Puede que me pille una bolinga, suba a la sierra o me vaya a la playa, ya veré.

Salud.


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