Este 2013 se cumplen 100 años de la creación de la
cruz de Montigalà de
Badalona, un elemento religioso costeado por la
familia Sagarra –terratenientes de
Santa Coloma de Gramenet– que se ha convertido en uno de los símbolos de identidad de la ciudad donde se contemplan las mejores vistas de la comarca. Precisamente este lugar se dice que inspiró al poeta Josep Maria de Sagarra para escribir Vinyes verdes vora el
mar, poema que más tarde musicaría Lluís Llach.
La cruz de Montigalà –Mons Aguilar- se erigió en Badalona en 1913 con el objetivo de conmemorar el momento en que el emperador Constantino proclamó el cristianismo como religión oficial del Imperio
Romano el año 313. Se construyó una cruz de
piedra y se convirtió en un símbolo de identidad para la ciudad de Badalona que en aquellos tiempos contaba con 20.000 habitantes. Durante la Guerra Civil se destruyó pero pocos años más tarde, durante el franquismo, volvió a levantarse este símbolo religioso, esta vez de cemento armado.
El historiador badalonés Joan Soler i
Amigó cuenta que durante las primeras décadas del siglo XX, la cruz de Montigalà estaba envuelta de viñedos y, desde allí, ya podían contemplarse las vistas de Badalona desde arriba. El terreno donde se erigió la cruz era propiedad de la noble familia Sagarra de Santa Coloma y las visitas que el poeta Josep Maria de Sagarra hizo a la
finca podrían ser las que inspiraran al escritor para crear Vinyes verdes vora el mar, el poema que forma parte del libro que Sagarra publicó en 1923 Cançons de rem i de vela y que años más tarde musicaría con éxito Lluís Llach.
Con el paso de los años, la cruz de Montigalà ha ido perdiendo el sentido religioso para convertirse en un signo de identidad de la más de la ciudad. Cien años después, aquellos viñedos han desaparecido y ahora se trata de un lugar de paso para ciclistas, corredores y badaloneses o colomenses que pasean por la
montaña. Eso sí, de parada obligada para contemplar las vistas de Badalona desde lo más alto.
El historiador badalonés Joan Soler i Amigó cree que debería homenajearse el centenario de la creación de este símbolo con algún evento cultural. Pero Soler i Amigó pide, por encima de todo, que se mantenga en condiciones una cruz de hormigón que actualmente está llena de grafitis que ni siquiera dejan leer las inscripciones iniciales de sus creadores