El gato Mundo
En un pueblo de nuestro valle, a comienzos del pasado siglo, una mujer enviudó. Por la noche se puso a freír una ristra de chorizos tiernos -y no de los "sabaderos" según me contaron, no- en una cocina de las de antaño: con su escaño de madera, la mesa camilla, la hornaz y sartén al fuego apoyada sobre la trébede (o sartén con tres patas de entonces, de hierro fundido). ¡Ah, y el gato!, que nunca faltaba en las casas. (Cuántas veces en invierno, arrebujado hecho un ovillo, junto ... (ver texto completo)
En un pueblo de nuestro valle, a comienzos del pasado siglo, una mujer enviudó. Por la noche se puso a freír una ristra de chorizos tiernos -y no de los "sabaderos" según me contaron, no- en una cocina de las de antaño: con su escaño de madera, la mesa camilla, la hornaz y sartén al fuego apoyada sobre la trébede (o sartén con tres patas de entonces, de hierro fundido). ¡Ah, y el gato!, que nunca faltaba en las casas. (Cuántas veces en invierno, arrebujado hecho un ovillo, junto ... (ver texto completo)