PUEBLICA DE VALVERDE: EN RECUERDO DE D. JUAN ANTONIO VILLAR....

MUJER ZAMORANA

Con caridad de una hermana,
como mujer zamorana,
no la hay en toda Sevilla
ni en la tierra de Castilla
ni en la región catalana,

Ni la hay en todo Aragón,
ni en Valencia y Castellón,
porque no la hay en España
ni tampoco en tierra extraña
de tan noble corazón.

Es mujer tan vividora,
humilde y trabajadora
que parece maravilla
que la mujer más sencilla
sea de nuestra Zamora.

Atenta para escuchar,
doliente para sentir,
reservada en el callar,
cuando tiene algo que hablar
lo sabe siempre decir.

Siempre escucha atentamente
con la debida atención,
trata a todos dulcemente,
sabe ser mujer prudente
en toda conversación.

En el hogar hacendosa
cual abeja laboriosa,
cuando no tiene que hacer
cumpliendo con su deber,
busca hacer otra cosa.

Estando en mesa sentada
juntita con los demás
es honesta y reservada,
sabe hablar y estar callada
sin interrumpir jamás,

y poniéndose a cantar
alegra todo el hogar
cual si fuera golondrina;
aunque también es diablina
cuando se pone a jugar.

Aunque esté atareada
no demuestra estar cansada,
siempre está de buen humor
canta como ruiseñor
para alegrar la jornada,

sonriente y con alegría
llevando orden y armonía,
hace las cosas de casa,
en ordenar se pasa
mucho más de mediodía.

En el trato es cariñosa
siempre que habla con la gente;
pues siendo mujer hermosa
no puede ser otra cosa,
quien diga contrario miente,

de buena conformidad,
a todo sabe reír,
es de tal sinceridad
que al hablar dice verdad
porque no aprendió a mentir.

Ella es tan guapa y tan bella
como no hay en cielo estrella,
ni la misma luz del sol
ni el más radiante crisol
pueden ser tanto como ella,

Ni hay en el campo flores
que hermosura tal ostenten,
por muy vistosos colores
que a nuestra vista presenten
por bellos y encantadores.

Es de una belleza tal
su belleza angelical,
que no ha habido ni hay ahora
mujer tan encantadora
en este mundo mortal.

¿Qué extraño es que los favores
solicite con anhelo,
y que implore al Dios del cielo
le conceda los amores,
de la reina en este suelo,

el hombre que siempre adora
la belleza encantadora,
el tierno corazón niño
que rebosa de cariño
en la mujer de Zamora?

Por eso no es de extrañar
tenga el hombre que implorar,
al Señor de cielo y tierra
por esta mujer que encierra
belleza tan singular.

Pura verdad: más aún digo:
si alguno mal trato da
a esta mujer; no desdigo
tendrá que verse conmigo,
lo digo; y dicho está.

Porque belleza que añora
y que el hombre puede amar,
le obliga que en toda hora
sepa siempre respetar
la belleza que él adora.

Lector: Escúcheme ahora,
sé valiente sin alarde,
respete hora tras hora
a la mujer de Zamora
no quiera ser un cobarde.

Trátela bien, por favor
Se lo ruega un servidor,
haga pues lo que le digo
para no verse conmigo
y lo premiará el Señor.

Autor: Juan Antonio Villar García

EN RECUERDO DE D. JUAN ANTONIO VILLAR.

Somos muchos los que todavía recordamos la huella que dejó D. Juan Antonio Villar a su paso por la Escuela de Pueblica. Y como dice el refrán:"Es de bien nacidos ser agradecidos." Varios de los que con él fuimos a la Escuela, en gran parte le debemos lo que a lo largo de nuestras vidas somos.
Yo personalmente, cuando ya estaba enfermo, me tropecé con él en la calle
en Pueblica, y le manifesté mi agradecimiento por cuanto había hecho por los que íbamos a clase con él. Le recuerdo como un maestro recién salido del horno, pero con una ilusión de vivir y de transmitir lo aprendido en la Escuela de Magisterio, que en mí dejó un grato recuerdo que todavía pervive.
Sin menospreciar a nadie, creo que era un amigo más para nosotros. Nos sacaba al campo a enseñarnos a medir la altura de un árbol por la sombra, a cubicar un tonel, y... tantas y tantas otras cosas que sería muy largo de enumerar. Le gustaba participar en actividades culturales desarrolladas por los políticos de turno, como los murales que hacíamos en la Escuela y luego enviaba a Zamora. Recuerdo que en cierta ocasión a mi me escogió para realizar uno, bajo su dirección, que luego resultó premiado con el primer premio y 25 pesetas. Todo esto son anécdotas...
Arturo, me he llevado una gratísima sorpresa al ver su faceta de "poeta",
cosa que desconocía, y quiero con estas líneas expresarle de nuevo mi más admirado recuerdo hacia él, que creo, que allá donde esté sabrá agradecer.
Francisco Vara.