Hubo ocho albañiles que salieron de su
pueblo natal para buscar trabajo. Para resguardarse de la
tormenta que estaba a punto de caer, todos entraron en un templo en
ruinas. Los truenos se sucedían, los relámpagos iluminaban el oscuro
cielo, unos extraños sonidos penetraban por la
puerta del templo y parecían los rugidos de un
dragón. Todos estaban muertos de miedo, y sus rostros se habían vuelto pálidos. Uno de ellos comentó: Es
señal de castigo celestial. Entre nosotros debe haber alguien que ha
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