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MALVA: Tachuela 42...

Tachuela 42

Una de un tal J A (Heli)

- Heli- Volvemos a la soledad del corredor de fondo. ¡Hay alguien haciendo alguna pecina o una zanja, o lo que sea? Es pa ir a echar un cigarro con él. Pa entretenerle una miaja.
Como el de... Seguro que estos ya lo saben, pero se lo voy a volver a contar, hasta que me llamen pesao o Abuelo Porretas.
Se levantó Pon un día a las cinco la mañana, porque tenía que arar una tierra detrás de Montote, en la raya Matilla. Madrugó tanto pa no tener que ir dos veces, así que antes de ser de día, ya estaba a la vera de la tierra.
Por lo visto, en Malva, somos un poco trazollas con las entradas a las tierras, y de chaquetas de camineros, tampoco hemos andao mal, por lo general, así que, la cuneta estaba infame pa entrar a la tierra, de manera que, al intentar pasarla, los araos quedaron clavados en el camino y Pon, el hombre, no encontraba la forma de tirar, ni p'alante, ni p'atrás. Vamos que como si hubiera quedado atollado.
Cuando vio unas luces acercarse por el camino, vio los cielos abiertos. Era Luis Angel, el de.........
- Coño, J A, mira a ver, hombre, si me echas una mano, que he quedao entretallao, y no hay manera de pasar p'alante.
- Sabes lo que digo, Pon, que pa estar paraos los dos, mejor voy arando la mi tierra y tú miras a ver cómo te arreglas.
El hombre tuvo que acercarse a Fuentes a que le echara una mano, el de Venancio, que estaba ordeñando las vacas. Dejo de atender lo suyo, pa sacar a PON del atolladero.
MORALEJA: Caga más un buey que cien golondrinos.
Seguro que a Quita le extrañara que el tal J A, no llevara un terronazo en las costillas, con el carácter que tiene este PON. ¡Que te lo digan a ti, Quita, con el recibimiento que te hizo en el foro! Bien lo sabe Dios, que te libraste por un negro de uña.

Relatos de liebres.

De vuelta de una jornada de caza, Pinto Cantasana y Porfirio La Parranda, dos de los cazadores de escopeta de Malva. Habían cazado dos liebres, una terciada y otra más grande. Al llegar al pueblo, sabido es que entre buenos caballeros se deben repartir los trofeos. Llega la hora del reparto y Porfirio La Parranda cogiendo de las dos la más terciada (la pequeña), se la ofrece a Pinto Cantasana diciéndole:
¬- Esta tiene unos muslos encalcadotes.
- Pa ti- contesta Pinto.
- No, a suertes- dice Porfirio.

Estando de caza, pero esta vez de galgos, Jose el mosca y Alfredo, en mano, llegaban a una parcela, carretera de Castronuevo, cruce con el camino Valcuebo, donde estaba Goyito, con su galgo y con un zacho, picando en la lindera para desaguar un poco esa zona de la finca encharcadota, de pronto salta un macho de casi medio metro.
- ¡Perra, perra, perra, perra.....!
Salen los galgos tras él. Vuelta paca, vuelta palla, suben, bajan, rebanzones, sembráos, barbechos, sanmoriales, linderas y Jose y Alfredo, pa que te voy a contar, carrera arriba, carrera abajo, detrás de los galgos, donde fueron a parar, al termino de Fuentesecas, que casi no ven ni la liebre, pero la fortuna estaba de su lado, los galgos la mataron y ellos la recogieron, vuelta al origen, cansuticos, ya en la finca de Goyito, otra vez.
Se acerca éste y les dice.
- Traer paca, a ver que liebre traéis, vaya bicho, es un macho cojonudo- A peso cundo la tiene ya entre sus manos, les dice. - ¿Y a quién le mando la mitad?
- A mí, si me la mandas, me la mandas entera- Dice Alfredo.