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MALVA: Tachuela 32...

Tachuela 32

No muy difícil les hubiera resultado coger la llave del cofre, pero de poco les habría servido, por estar éste a buen recaudo en la caja de seguridad de algún banco de la zona. Decidieron pues que el pueblo resolviera la cuestión del escapulario. Fácil sería dejar caer en corrillos o en algún bar, que las imágenes de las cofradías solían ser portadoras de un escapulario en representación de su orden o cofradía. Con esto bastaría para que alguien pensara en la imagen de la Virgen del Tobar. No tardaría alguien, haciendo sus labores de campo en ver la comitiva camino de la ermita con las autoridades religiosas a la cabeza, seguidas de las municipales y del juez de paz, mas muchos otros interesados, curiosos y herederos de lo que se pudiera heredar. Y dejando sus labores a la comitiva se unirá.
Todos dentro del santuario, el silencio se apoderará poco a poco del lugar, desde lo alto la Virgen espera, solo unos pocos con las autoridades religiosas al mando, entran en el camarín, que hay detrás del altar, en su momento se explicará lo relacionado con los camarines, subiendo por las escaleras, se acerca la autoridad religiosa a la imagen de la Virgen del Tobar, dudando de si el acto que va a acometer manchado o impuro pudiera estar, a primera vista no hay nada que indique la existencia de escapularios, pero al observar la imagen más de cerca, suave y descolorida se muestra una policromía que rodea el cuello, ya tenemos escapulario policromado, parece que nada más.
Alguien al ponerse la gafas de cerca, se da cuenta, hay algo raro que no cuadra con la policromía
Justo en la parte de atrás se percibe malamente un rectángulo del tamaño de una caja de cerillas o menor, que sin buscar nada se diría que era cosa de las imperfecciones de la madera, una beta, unos nudos. Haría falta una navaja, raro es que entre tanta gente, gente de pueblo, no haya navajas, la navaja apareció y con ella a modo de cirujano la autoridad pertinente, con la punta extrajo un pedazo de madera, donde acoplada estaba una llave. Muy pequeña, de un dorado oscuro, a simple vista, se diría que era de oro, si es o no de oro, poco importará, las mentes, en estos momentos no le dan importancia al metal, todos están pensando en el cofre que allí no está.

Vuelve el cofre a Malva otra vez.

Se decide que la apertura corra a cargo de la autoridad municipal, como si de una inauguración se tratara se le entregan las tijeras, que en este caso es una llave, que al introducirla, haciéndola girar, dos ruidos secos, consecutivos uno en las mismas guardias de la cerradura y otro más en el interior hacen pensar y así será que el misterio del cofre está a punto de finalizar.
El artilugio aunque primario no dejaría de ser curioso, en la parte inferior y pegado al piso del cofre se encontraba un trozo de pergamino, manuscrito. Por encima, apoyándose en éste, un rodillo insertado a un mecanismo similar a la cuerda de un reloj despertador, dentado en sus extremos y frenado por dos pernos atornillados a la misma tapa, de forma que al meter la llave y hacerla girar, a la vez de liberar la tapa y sus pernos, insertaba en los laterales del cilindro dos cuñas que impedirían el giro de este. El cilindro era una pieza de madera cubierta por........

Continuará.
Salud.