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MALVA: Tachuela 27...

Tachuela 27

Estabamos Miguel, Jose, y yo con las mujeres, de peña en peña, nos encontramos con ellos en la plazuela, les llamamos la atención y les dijimos que se fueran para su pueblo, dijeron que no nos preocupáramos que ya se iban. Ni puto caso nos hicieron, ellos a lo suyo, y nosotros a lo nuestro.
Al rato caminábamos hacia nuestra peña, la de los zachos, arroyo abajo, a la altura de la tienda de Vicenta, vemos venir al 124, le dijimos a las mujeres que subieran al rebanzón, cogimos munición del suelo, pero pesada, no anduvimos con bromas, nos pusimos en la mitad del arroyo, mandándolos parar, y pararon, serían bobos. Cuando sintieron las patadas en el coche, salieron disparados a la vez que les lanzábamos las almendras, almendras de casi a medio kilo, la luna de atrás salto en pedazos.
Al llegar el coche al badén, pegó un bote, que salió un chisporroteo que metía miedo. En esto que Tomasín se dirigía a la era para sacar al campo las ovejas, nos dice, pero que les pasaba a esos, iban disparados como un cohete.
Si me pillan con las ovejas en la carretera, no me dejan una viva.

(Heli) Otro oficio que teníamos muchas noches, era esconderle la moto a Udosio, Udobe para los amigos, que entonces era ministro de asuntos exteriores de Pobladura de Valderaduey, y que iba a Malva, en visita oficial, a pretender a Josefina.

Y hablando de motos, otra noche o la misma, andaban con una moto, Oscar uno de los hermanos pequeños de faroles el de Castronuevo, con otro amigo, haciendo lo mismo el zángano, en la solana de la puerta de Juan Antonio, los vemos allí parados, en esto que nos acercamos y le dice Miguel a Oscar. No andéis bobiando con la moto por el pueblo, que no son horas, y en pago como me despertéis a los muchachos, tenemos cantinela.
Contestación de ellos. Lo de siempre.
No os preocupéis que ya marchamos para casa. ¿marchaste tú? Pues ellos tampoco, siguieron haciendo el ganso por las calles con la moto. En esto, que nosotros íbamos camino de nuestra peña, la de los zachos, por la puerta de la casa de la tía Eusebia, los oímos venir en dirección contraría a la nuestra, cogimos otra vez armamento, esta vez más ligero y nos escondimos en el recodo que hay enfrente de la casa de Manolito el de Humi, descargando la artillería cuando pasaron, dicho y hecho, tiraron por el camino de Pobladura de Valderaduey y no los volvimos a ver hasta el día siguiente.
En la pacheca nos enseñó Oscar su tobillo, hinchado como una pelota de tenis, pero agradecido, nos dio toda la razón, hicisteis bien nos dijo, si llegamos a pillar a alguien nos sale más cara la broma.
- ¿Si es ahora que tenemos las picas del sereno?