Una vez vistas las maravillas de Lisboa y pasado el trago de viajar en taxi por sus calles, se nos ocurrió visitar la Expo. Uno de los pabellones se llamaba de la “realidad virtual” y, a pesar de no ser muy aficionados a esas cosas, como nos habían recomendado su visita, allí que nos presentamos. No recuerdo muchos detalles de lo que había allí, solo que lo más espectacular, según comentaban los visitantes, era una plataforma móvil, bastante móvil diría yo, llena de asientos con sus correspondientes arneses de seguridad. A esa especie de gallinero, se accedía por lo que simulaba ser una nave espacial, con alguna pasarela más estrecha de lo normal, llena de lucecitas que tintineaban.