Cuando el negocio del ladrillo dio al traste con el suyo, se metió a vender cupones en la ONCE y sé que, tras un paso por
Ceuta o
Melilla, lo trasladaron a la zona de Bermillo, de donde llegaban rumores acerca de algún corazón de viuda roto por la bonhomía de Juanjo.
¡Larga vida!
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