Compramos energía a futuro

MALVA: Peláez era muy friolero y como en Salamanca los inviernos...

Peláez era muy friolero y como en Salamanca los inviernos son tan duros, se compró un abrigo negro que le llegaba hasta los pies. Más parecía sotana que abrigo de no ser porque tenía muchos menos botones. Se cubría la sesera con una boina, también negra, que llevaba calada hasta las orejas pero como tenía mucho vuelo, le rebosaba por encima de una de ellas. La verdad es que, vestido de aquella guisa, imponía. Sobre todo la noche que, después de andar de farra, volví a casa y al salir del ascensor y encender la luz de la escalera, lo encuentro tumbado encima de dos felpudos, vestido con aquel atuendo y más tieso que una vela. Si en vez de ser yo el que lo ve, es una vecina, la mata del susto. Llegó tan perjudicado que no había sido capaz ni de meter la llave en la puerta, ni de llamar al timbre para que le abrieran, ni nada.
Cuando lo levantamos, entre los compañeros del piso y yo, y lo metimos en casa, se conoce que se espabiló y se vino arriba. De repente, salió de su habitación, con el transistor pegado a la oreja y se dirigió al patio interior, al que daban todas las viviendas del bloque. Asomado por la barandilla, voceaba: “ ¡Vecinas, que os voy a sintonizar!”... Y eran las cuatro de la mañana.