CRONICAS DE UN PUEBLO
El primer año que estuve matriculado en Salamanca, compartí piso con el hijo del panadero de Villalba de la Lampreana y con otro chaval de Villaveza del Agua. A los dos, los conocía de vista, de haber estudiado, hasta COU, en la Universidad Laboral de Zamora. El de Villalba, Peláez, era un personaje muy peculiar, extravagante y exagerado, del que recuerdo varias anécdotas. De Iván, el de Villaveza, recuerdo su seriedad, no exenta de picardía y sobre todo, su afán por el estudio.
El primer año que estuve matriculado en Salamanca, compartí piso con el hijo del panadero de Villalba de la Lampreana y con otro chaval de Villaveza del Agua. A los dos, los conocía de vista, de haber estudiado, hasta COU, en la Universidad Laboral de Zamora. El de Villalba, Peláez, era un personaje muy peculiar, extravagante y exagerado, del que recuerdo varias anécdotas. De Iván, el de Villaveza, recuerdo su seriedad, no exenta de picardía y sobre todo, su afán por el estudio.